Fiebre Cortázar

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

14 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las redes son un termómetro. Y los 33 años de la muerte de Cortázar se convirtieron en un sauce iluminado de luz por el recuerdo del genio que saltó a la rayuela con los ojos tapados. Milena Busquets, que sabe que también esto pasará, nos refresca la memoria con una de las versiones del amor del autor: «La necesaria zona de misterio y de deseo, para organizar la cacería mental que alguna vez podría llamarse amor». Otra en tal día como hoy: «Como si se pudiese elegir en el amor. Como si no fuese un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio». Y sigue: «Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto». La literatura de Cortázar era un truco de manos, con esa naturalidad con la que barajan las palabras los magos. Era un niño gigante. O mejor: supo ser el gigante que nunca mató al niño. Así es que de vez en cuando vemos cronopios, esperanzas y famas en el tedio de las miradas perdidas de las líneas de autobuses. La Maga y Oliveira discutiendo si él era un Mondrian. Conozco seres humanos que son un complejo Mondrian y no lo niegan, mientras otros aparentan ser limpios cuadros de Zurbarán. Ahí estaba y está su genialidad. El reloj del argentino no contaba la vida en horas y minutos. Él definía las cosas como le venía en gana. Ahora mismo podrían ser entre las dos y cuarto y el cinco de bastos. Inventó la no ficción y la ficción cuando todavía no sabíamos que se iba a poner tanto de moda. Su sombra es inmensa porque adelantaba. Vivió en el futuro. Así es que sigue aquí y las redes de pronto tienen fiebre Cortázar. Luego se lio en el bosque ideológico del momento por ese deseo sano e infantil de salvar el mundo. Pero siempre nos quedará Rayuela y el juego del cíclope. ¿Algo excita más que un beso cuando se da con el pez del corazón rendido y saltando en la boca? Queremos tanto a Julio.