Agua destilada

OPINIÓN

20 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¡Qué mundo, por Dios, qué mundo! Acabamos de conocer el último de los escándalos del exgobernador del estado mexicano de Veracruz, Javier Duarte, en busca y captura: la supuesta quimioterapia que se administraba a niños con cáncer no era realmente un medicamento, sino prácticamente agua destilada. Si por sí mismo esto ya provoca ira y asco, me quedo sin adjetivos al saber, además, que los pacientes de ese hospital llevan meses denunciando que las cancelaciones de quimioterapias son constantes y que, simultáneamente, se han encontrado importantes cantidades de medicamentos almacenados que han caducado, sin que se sepa aún cómo y para qué se compraron, si ya se compraron caducados o a punto de caducar, o si se trata también de medicamentos falsos.

Esto me reafirma en mi convicción de que es más necesario que nunca la educación en valores, a todos los niveles. Porque esta barbaridad no la ha cometido solito el exgobernador, tiene que haber bastantes personas involucradas, no pocas de ellas profesionales de la salud. Ya el juramento hipocrático evidencia que por el hecho de ser médico uno no es un santo ni un héroe, aunque se le presuma la ética como al soldado el valor. Por eso debemos fortalecer la enseñanza de la bioética y el papel de los comités de ética y deontología. Y también hay que exigir una justicia íntegra, rápida y ejemplarizante, para cuando falle la ética.