No tengáis hijos

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

05 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Puede parecer contradictorio lo que digo, pero a veces necesitamos llegar al colapso para identificar los errores más evidentes. Si durante unos años los audaces dispuestos a asumir sacrificios por tener un hijo decidieran instalarse en la racional decisión económica de no tenerlo, tal vez se produciría entonces el estruendo definitivo para despertar de nuestra autogenocida catalepsia colectiva. Ya que se desprecia y no se valora la contribución de las madres al futuro inmediato del país, que retrasen sine die su decisión. Esto viene a cuento del trance de una supernai de Culleredo que al parecer fue discriminada en un autobús por llevar ella sola a sus gemelos de dos años. En vez de ponerle alfombra roja y banda de música para rendirle honores, la tratan peor que si fuese una delincuente social, tipo los de las lombrósicas sagas Pujol o Rato, o secuaces tipo Roldán y Matas.

Resulta que la discriminación de esta supernai no es anecdótica. Si toman un AVE comprobarán cómo hasta la Renfe denuesta a las familias con hijos. Convencida de que los menores de 14 años son seres peligrosos, los segrega de los vagones reservados a la cool people, no vaya a ser que su relax se vea perturbado por el llanto de un niño o el parloteo de un preadolescente. Lástima que no suban un par de adultos en estado lisérgico o psicotrópico a esos vagones. Renfe debe de considerar que las madres son dóciles y que entre ellas jamás surgirá una admirable Rosa Parks, que termine con esa vergonzosa discriminación cautelar en un país a la cola de la natalidad europea.

Y ya puestos, ¿qué decir de los hoteles solo para adultos? Sus empresarios son más pérfidos y no los clasifican como de entrada vetada a niños, tal que a perros. Niños con sus familias, naturalmente. ¿Por qué no anuncian hoteles solo para personas con estudios superiores? Pues porque los trabajadores manuales protestarían con mucha razón. Pero las asociaciones de madres y padres o de lactancia natural incluso han interiorizado estas trabas discriminantes, igual que los buenos negros del apartheid sudafricano. Podríamos seguir con las madres denigradas por dar el pecho en un establecimiento, por ir a comer a ciertos restaurantes con sus retoños o por subir a aviones de ciertas compañías.

Así que, ¿qué tal si dejáis de tener niños durante unos años? Al poco tiempo el crack nacional sería tan desmesurado que tal vez entonces los discriminadores explícitos e implícitos -estos son los peores, por taimados- se darían cuenta de su fatal error. Discriminadores como los que imponen cláusulas y políticas antiembarazo, o que preguntan en las entrevistas de trabajo si una tiene novio y si le gustan los niños.