Todo se provoca

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

17 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Han pasado sus Magestades la Cuaresma en Valladolid, con mucho contento, aunque a la mitad de ella tuvo el Rey cierto accidente de ahíto, que apuntó á cólica, lo cual se remedió luego con provocarlo a vómito y flujo de vientre, con que se libró, Dios le guarde», escribe Luis Cabrera de Córdoba, historiador y escribano de ración del gran duque de Osuna, en su Relación de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. La mesura de nuestro actual monarca le ahorra accidentes de ahíto, pero cuatrocientos años después del episodio de Valladolid se siguen provocando las mismas cosas.

Hoy seguimos arrojando, pero en vez de decir provocar empleamos vomitar. Como entonces, también provocamos cuando buscamos una reacción de enojo en alguien irritándolo o estimulándolo con palabras u obras. Y también provocamos, o provocan algunos, cuando excitan en alguien el deseo sexual: «Sin duda dicen por mí / lo del asno con la toca: / toda mujer me provoca, / lo que no quise, no vi, / tantas quiero cuantas veo» (Lope de Vega, La bella malmaridada o la cortesana, 1598).

Hasta hace cuatro días, provocar también era para la Academia Española ‘hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella’: La caída de la bolsa provocó cierto nerviosismo. Había un matiz semántico que la distinguía de causar ‘ser causa de cierta cosa, producirla’. El reputado libro de estilo de un no menos reputado diario trata de establecer así la diferencia: «Se causa algo cuando la acción recae directamente en la persona o cosa. Y se provoca cuando esa causa genera otra acción de la persona o cosa. Se provoca una reacción, pero se causa un daño». Así, las lluvias causan inundaciones, y el paro provoca protestas sociales.

Pero provocar debe de tener prestigio en el subconsciente de muchos hablantes, que lo emplean con tal prodigalidad que acaba por desplazar a verbos como causar, motivar, ocasionar, producir, originar... Los balazos ya no causan heridas, las provocan, al igual que las caídas provocan fracturas.

Se pierden matices y precisión, pero todo el mundo está contento, que es lo importante. ¿Y la Academia? Sensible como es al habla popular, ha cambiado el artículo provocar en la última edición del Diccionario y suprimido la acepción ‘hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella’. A cambio, ha introducido la de ‘producir o causar algo’, que ilustra con el ejemplo que tenía la definición desaparecida, «La caída de la bolsa provocó cierto nerviosismo», mencionado más arriba.

Ahora las lluvias, en vez de causar inundaciones, ya pueden provocarlas sin problemas.