Lincoln no cedió

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

16 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los secesionistas no van a ganar. Dicen representar a una Cataluña que excede sus cuatro provincias, pero en su plebiscito solo podrían votar los residentes en estas. De modo que si España aceptase su envite y asumiese su propia fractura, los secesionistas también debieran asumir la propia separación, aceptando la españolidad de los municipios donde perdiesen.

A nuestros conciudadanos catalanes nadie les ha explicado que si se diera la imposible hipótesis de la independencia quedarían encajonados entre dos Estados que jamás los tratarían como iguales. Francia, el gran dique, porque sabe del riesgo de contagio y del sentido racista y clasista de los secesionistas que desprecian -me remito a lo dicho en C’est dans l’air, de France 5, que coincide con lo que le espetó Stephen Sackur a Romeva en su Hardtalk de la BBC, además del desplante a Puigdemont por la República Francesa en su visita a París, y de las quejas del Quai d’Orsay por las referencias a Catalunya Nord de la CUP o de conspicuos dirigentes de Convergencia, como Gordó-. Lo que quedase de España no sería tan contundente, pero vivir rodeado por cien millones de vecinos agraviados no es un gran futuro, ya que no tolerarían afrentas a sus nacionales.

En la hipótesis secesionista cada ciudadano catalán debería elegir su nacionalidad, con lo cual el conflicto se inocularía en cada familia. Quien abandonase la española perdería su ciudadanía europea. Adiós Erasmus para los jóvenes, adiós reconocimiento de títulos para los profesionales, adiós libertad de movimientos. Hola, Albania.

La economía española se resentiría, aunque mucho más la catalana. Los depósitos en bancos sin ficha del BCE no quedarían garantizados. ¿En qué moneda cobrarían pensionistas, funcionarios y trabajadores? En papel sin valor. Los ciudadanos acostumbrados a vivir en una sociedad del bienestar no son kosovares. Quieren seguridad y que todo funcione. Cobrar a fin de mes y farmacias que expidan medicamentos del primer mundo.

Todo esto lo saben o debieran saberlo los líderes secesionistas. Si son racionales, no cruzarán la línea. Pero pueden simular para negociar. Lo malo de los acuerdos es que los hay ignominiosos. Y aquí entra Lincoln. No podemos ceder ante los lingüistas del nordeste sureño de Europa, cuando toda Europa está siendo barrida por el fantasma tribal. Además de ser una cuestión de números, lo es de principios. Ceder ante tan pocos cuando tantos nos oponemos sería una cobardía inasumible. El deshonor no es una opción, como recordó Churchill a Chamberlain.

Hay españoles con complejos de inferioridad y los hay que se creen raza superior. Tal vez esto provenga de la dominación musulmana. La Ilustración tardó en llegar a España, pero ha vencido. Por eso, conviene recordar lo que Valls les dijo el pasado diciembre a los nacionalistas corsos: «Il n’y a qu’une seule nation, la nation française». Supongo que lo repetiría en Catalunya Nord, donde por cierto barren los gaullistas y lepenistas.