Bushido

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

17 oct 2016 . Actualizado a las 08:05 h.

Fui unos días de vacaciones dispuesto a perderme en algún lugar sin cobertura donde pudiera leer, dormir, caminar, volver a leer y seguir durmiendo. Ligero de equipaje, con ropa de travesía y un par de libros: Breve historia del mundo, de Juan Pablo Fusi, y Bushido, de Inazo Nitobe, libros que, como decía Tierno Galvan, hay que leer como comen las gallinas, picoteándolos y mirando al cielo mientras los digieres. No me equivoqué, si acaso me empaché de tanto mirar al cielo.

Causa desazón leer la historia del mundo, que es prácticamente la historia del continente europeo -que no de Europa, término y concepto de hace dos días-, por el paralelismo que se desprende de todo lo que pasó con lo que estamos pasando. Los mismos errores, las mismas gentes o lo que es lo mismo, las mismas miserias humanas que no cambian ni evolucionan con el paso del tiempo.

La historia es como el mito de Sísifo, aquel personaje de la mitología griega a quien los dioses castigaron por su astucia, dejándole ciego y condenándolo a subir una pesada carga hasta la cima de la montaña para dejarla caer y volver a empezar.

No solo lo que está viviendo Europa en estos momentos es algo repetido, sino también lo que nosotros estamos observando en nuestro país, donde vuelven a resucitarse los fantasmas atávicos que no nos han traído más que miseria y garrotazos y a los que tendremos que cargar para volver a empezar de nuevo.

La ignorancia de la historia es la condena del futuro.

Cambié de cuento y fui a pasear con un erudito tanto de la historia del Japón como de Occidente, un afable profesor de agronomía casado con una cuáquera que ejerció de subsecretario de la Liga de Naciones allá por 1926.

Inazo Nitobe escribió hace un siglo Bushido, texto que desvela el Espíritu del Japón y las virtudes que hicieron de su pueblo la gente singular y admirable que son.

El Bushido no es más que una amalgama de sabidurías tomadas de diferentes fuentes como el budismo, el sintoísmo, el confucianismo y las directrices morales transmitidas durante siglos por los samuráis y sabios del Japón.

La rectitud, el coraje, la benevolencia, la cortesía, la sinceridad, el honor, la lealtad y el autocontrol son sus claves. Leyendo a Nitobe, uno entiende perfectamente el milagro japonés, su dureza casi invulnerable -solo la bomba atómica y la lealtad a su emperador los doblegó- el coraje y valentía de los héroes de Fukushima o el autocontrol de todo un pueblo frente a cualquier adversidad.

Mirando al cielo no dudé que conociendo mejor la historia y cultivando unas cuantas virtudes niponas nos iría muchísimo mejor.

Demasiada ignorancia.