El «xow» del «xef»

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

08 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El periódico publica una noticia sobre el chef y empresario autodenominado «Dabiz Muñoz». Es evidente que el personaje trata de epatar buscando la máxima transgresión de las normas ortográficas al poner su nombre por escrito. Aún había más posibilidades, desde unas iniciales minúsculas y alguna mayúscula intermedia hasta el empleo de una h intercalada. 

¿Puede alguien transformar la grafía canónica de su nombre? Y, lo más importante, ¿qué deben hacer los demás a la hora de escribir ese antropónimo? La respuesta a la primera pregunta es, en principio, afirmativa. Si un Javier que ya ha superado la etapa escolar escribe Jabier, nadie va a darle un palmetazo en la mano. Llamará la atención, que es el supuesto objetivo de David Muñoz, y quizá sea objeto de algún silencioso reproche. En documentos oficiales tendrá derecho a que se emplee esa grafía si antes ha logrado colarla en el Registro Civil aprovechando un despiste del responsable. 

En cuanto a los demás, todo depende de las muchas o pocas ganas que tengan de hacerle el juego. Siguiendo el caso de David Muñoz, que en esto parece haber olvidado su lema de vida («Solo vale la puta perfección»), la mayoría de los periódicos lo nombran como David Muñoz, y dejan el antropónimo transfigurado para la web de su restaurante, también de nombre transgresor, DiverXo, donde ofrece menús con nombres guais: el «XOW (¿de show?) hedonista y lujurioso», por solo 185 euros de vellón, y el «XEF (¿de chef?) y su loca bacanal gastronómica», cuya tarifa asciende a 225. 

La violación de las normas ortográficas con el objetivo de llamar la atención o de singularizarse es mucho más frecuente en los nombres comerciales que en los de persona, aunque en el caso del cocinero su nombre es también su marca.

Otras personas escriben su nombre contra la reglas de la ortografía no con objetivos publicitarios, sino por error o porque «siempre lo escribí así». Ahí está el caso del presidente Feijoo, al que la gran mayoría de los medios citan como Feijóo, con una tilde anómala que no le impide seguir ganando elecciones, incluso por mayoría absoluta. Otros recitan «los españoles y las españolas» y «los gallegos y las gallegas» y también reciben el favor popular.

Dicen en el palacete de la madrileña calle de Felipe IV que el criterio de unidad «es el principio fundamental que debe regir la configuración de cualquier sistema ortográfico. Según este principio, la representación gráfica de una lengua ha de ser la misma para todos sus hablantes y en todo su territorio [...]. El criterio de unidad debe operar también, precisamente, para limitar la presencia de variantes en la escritura, tratando de cumplir el ideal de que a cada palabra le corresponda una sola representación gráfica». Pues eso.