Matrimonios perfectos

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

24 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre defendí la tesis de que el matrimonio perfecto no existe. Esas parejas que caminan a diario por las calles de nuestros pueblos o ciudades permanentemente de la mano, y lamiendo un helado milimétricamente a medias, me inspiran escepticismo. Todo tan correcto y perfecto después de varios años de convivencia es contra natura. Además de un tostón. La discusión, el debate y el cambio de pareceres es imprescindible en toda pareja que se precie. Como ejemplo de lo que les digo tenemos el divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt. El paradigma de la perfección conyugal y familiar se ha venido abajo, y no debe sorprendernos. Es un atentado a la estadística ser tan guapos, tan ricos, tan solidarios y, aún encima, quererse tanto. Ni una arruga, cana o mal gesto jamás. Todo pluscuamperfecto sine die para plena satisfacción de sus cirujanos plásticos. Esos sí que son felices. Esa forma de vivir en pareja solo ocurre en el cine. Y cuando la película de sus vidas sufre un receso en el rodaje, bajan al ruedo de los mortales, y tropiezan en las mismas piedras que la vida ubica en el camino del resto de sus congéneres. Porque por extraño que parezca, Angelina y Brad son nuestros congéneres. Incluso utilizan el inodoro a diario. No les cuento esto por envidia. En absoluto. Soy absolutamente feliz discutiendo a menudo con Paloma, mi mujer. Cada uno con su helado, y del brazo o no, según nos apetezca. Eso se llama libertad. No tener que andar todo el día de postureo. Que los que hoy hayan salido de sus casas enojados con sus parejas por cualquier tontería, que reparen en que eso, y no lo otro, es lo normal.