¿Qué quedará de esta campaña?

M.ª Carmen González Castro
M.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

22 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Por qué las vacas tienen nombre de mujer?», espetó Feijoo a un ganadero en la campaña del 2009. En el bando contrario, se materializaba un duro enfrentamiento entre los dos socios de Gobierno, el BNG y PSOE, que acabaría marcando la contienda. «Tiene usted el déficit niquelado», le dijo el socialista Pachi Vázquez al ya presidente Feijoo casi cuatro años más tarde. Término, niquelado, que sigue resonando en los oídos de los que siguieron aquel cara a cara. Aquella campaña será recordada también por las ambiciosas promesas para el sector naval.

Desde los 800.000 puestos de trabajo prometidos por Felipe González, hasta «la niña de Rajoy» del 2008, todas las campañas electorales, generales o autonómicas, son recordadas por sus promesas (a veces precisamente por su desmesura) y por las anécdotas, ocurrencias o meteduras de patas de unos candidatos necesitados de atraer cuantos más votos mejor.

Y de esta campaña, ¿qué recordaremos? Pues por lo que parece, nada. O por lo menos, nada que tenga que ver con Galicia. Porque en una campaña en la que los candidatos se han mostrado contenidos, cautelosos, alérgicos a asumir cualquier riesgo para no cometer un error que pueda recortar unos pocos miles de votos, la nota la ha dado Pablo Iglesias. El líder de Podemos ha tomado la batalla gallega como parte de la guerra que él está librando dentro de su formación. Y con esta estrategia ha complicado un poco más el casi imposible reto que tienen por delante En Marea y Luis Villares que -en el caso de que los gallegos les den alguna opción de gobernar- tendrían que ponerse de acuerdo, no solo con PSdeG y BNG, sino también con la cuarentena de formaciones integradas en el partido instrumental. Que uno de sus puntales, Podemos, atraviese por esta crisis no hace más que agrandar el desafío.

Lo único que quedará de una campaña plana en la que los paracaidistas, los que vienen de Madrid, no parecen haber sumado en exceso, es lo que los gallegos ya saben: que electoralmente Galicia tiene su propio ritmo. Porque aunque en los cenáculos madrileños se hable del sorpasso o de la irrupción de En Marea como si fuera una novedad, no lo es. Hace casi 20 años que Galicia ya vivió un sorpasso al PSOE; los gallegos ya han tenido un bipartito, incluso un tripartito; y sobre todo, los indignados ya entraron en O Hórreo mucho antes de que Podemos soñara con llamarse Podemos.