137 o la flaqueza del número primo

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

29 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La tragedia de un Gobierno es no poder gobernar. Pero esa desdicha no se circunscribe únicamente a los que se encargan de la gobernanza de un país, presidente y ministros y secretarios y directores generales, sino al pueblo: ciudadanos que menoscaban su presente y su futuro al albur de las decisiones administrativas.

Esta semana toca sesión de investidura. Y Rajoy, de no cambiar las posiciones actuales, perderá las dos votaciones que se llevarán a cabo en el Congreso. Todos los consideran un desastre. O casi todos. Somos pocos los que pensamos que gobernar solo con 137 diputados es un desatino. Y más en la situación política que transitamos. El interés general ha dejado de existir para que los intereses particulares, de líderes y sus círculos, se encaramen en la dirección de los partidos. Esta semana, pues, Mariano Rajoy no será elegido presidente del Gobierno. Dicen que se le espera de nuevo para octubre, cuando pasen las elecciones vascas y las gallegas. Pero Ciudadanos ya ha advertido que nada de nacionalistas en un pacto de investidura. Y en esas andamos: la pescadilla que se muerde la cola, o sea, un laberinto del que no podemos salir: el bucle de la necedad. Solo restan dos soluciones. O el PSOE decide qué hacer con España y con los españoles o nos vamos a las terceras.

Y ahí es donde yo veo menos tragedia que en el Gobierno de 137 diputados, que es un número primo delgadito y remolón. Lo he escrito más de una vez. Esto se resolverá cuando un pacto de PP y Ciudadanos, por una parte, o PSOE y Podemos por la otra, alcance la mayoría absoluta. Mientras esto no suceda, España será ingobernable. Y no repitamos constantemente que lo peor que nos puede pasar son las terceras. Lo peor es no poder gobernar.

Y con estos mimbres no gobernarían España ni Churchill ni Adenauer, que de política sabían más que nuestros caducos prebostes de la política.

España y los españoles estaríamos navegando el proceloso mar de los caprichos de estos o aquellos, de Rivera o Sánchez, sin saber realmente hacia donde debe navegar nuestro porvenir: ese océano, ahora mismo borrascoso; huracanado, más bien.

Por lo tanto, y llegado el remate del artículo, concluyo que si Mariano Rajoy pierde esta semana, los votos de los gallegos y los vascos tendrán más importancia que nunca.

Porque no se trata únicamente de decidir quién nos gobernará durante los próximos cuatro años, sino que cada uno de nuestros votos va a significar la dirección que elegimos como ciudadanos responsables (mucho más responsables que Pedro Sánchez, sin lugar a dudas). Cada uno de nuestros votos señalará si optamos por la indefinición y el bloqueo y el hartazgo y el desasosiego y la inestabilidad, u optamos por caminos más serenos y racionales.

Empedrados con el sentido común y no con la flaqueza de un número primo que hoy, más que nunca, se me antoja exiguo e insuficiente.