Samba y semillas en Río

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

07 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los países pudientes han puesto tan alto el listón del despliegue para el ceremonial de los Juegos Olímpicos que cuando un anfitrión modesto se ve abocado a contener el gasto corre el riesgo de mostrar al mundo el forro del bolsillo. Río resolvió con solvencia su papeleta de dar por inaugurados los primeros juegos de Sudamérica en el mítico Maracaná a pesar del recorte presupuestario. Del mismo modo que la ceremonia puso el énfasis en la diversidad de Brasil, los juegos deberían servir para situarse en el mundo. Quejarse de que un espectáculo no alcance el nivel de la Superbowl parece un absurdo problema del primer mundo.

La ceremonia de Río no fue la superproducción que se marcaron los británicos y suplió su falta de medios con proyecciones y escenografías que representaron desde la selva amazónica hasta la metrópolis de Sao Paulo. Lo más extraño fue el camino hacia ninguna parte de la garota de Ipanema Giselle, un desfile sin contenido que ni siquiera su rotunda belleza podía sostener. Es cierto que los espectadores europeos habrían necesitado algo más que samba para mantenerse despiertos en ese horario al que los aboca el cambio de latitud, pero mereció la pena ver los primeros aros olímpicos verdes, la lucha contra el calentamiento y la siembra de árboles por parte de los atletas olímpicos. Reconforta saber desde hoy que la Amazonía está en buenas manos.