La gente

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

23 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca más un país sin su gente?». Los nuevos diputados de Podemos juraban de esta guisa su incorporación al Congreso de los Diputados el pasado martes 19 de julio, al tomar posesión de su escaño. Y se quedaban tan tranquilos después de pronunciar tan críptica frase.

La alegre muchachada está obsesionada con la voz gente, apropiándose de un vocablo que encierra el más plural de los conceptos. Están convencidos de que gente es un sustantivo colectivo patrimonial de una cierta izquierda descompensada en sus apreciaciones dialécticas. Cómo explicarles que gente somos todos, que su significado quiere decir «el común» o «del común» y que la Real Academia define la palabra como «pluralidad de personas», abriendo la plaza pública a la totalidad de los individuos. Todos nosotros somos gente, mal que nos pese, y resulta imposible catalogar, agrupar, juntar o excluir a quienes componemos, formamos o militamos en un concepto que trasciende a definiciones sectarias o arbitrarias.

Es de un infantilismo inquietante el reduccionismo aplicado para apropiarse de una palabra que lleva en su corazón gramatical una lectura colectiva abierta, que no puede encerrarse en un eslogan político de urgencia, limitando su origen lingüístico y colocando su significado en un término que ni siquiera quienes lo utilizan permanentemente en su argot político saben explicar.

Somos la gente, somos los que pagamos impuestos abusivos, los que ejercemos planteamientos críticos frente a la manipulación del poder, quienes viajamos en metro, o caminamos junto al mar, quienes pedimos número para la consulta del médico, los que matamos nuestro tiempo contemplando cómo avanzan las obras urbanas, los que cuestionamos las ocurrencias de los nuevos alcaldes de las mareas, Carmena y Colau incluidas, los que confundimos a la presidenta del Congreso de los Diputados con una popular presentadora de televisión, los que tenemos que coger el camino de ida de la emigración para buscarnos la vida lejos del país en el que crecimos.

La gente somos todos, no caben exclusiones, somos las élites silenciosas, los consumidores que llenamos los mercados, los que ya no creemos en el capitalismo popular, quienes sufrimos los recortes y padecemos los atropellos que nadie justifica, los mileuristas y los que cobramos como los expresidentes del Congreso de los Diputados, los penalizados con IBIS abusivos, y los que la demagogia convierte en beneficiados, los que votamos a la derecha y quienes todavía creemos en la utopía de la izquierda.

Somos los que exigimos a los partidos políticos, patriotismo y un discurso coherente, los que visionamos series televisivas y quienes nos embrutecemos con realities modelo Gran Hermano.

Somos la gente, y la gente no es de nadie. Padecemos la historia y no queremos que nos tatúen en el hombro un concepto plural y limpio que nos pertenece desde siempre. A nosotros, a la gente.