Volver a empezar

OPINIÓN

09 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacer mal las cosas tiene eso; que además de que hay que volver a hacerlas, has de pasar la vergüenza de que te digan públicamente que no están bien hechas y que no estás capacitado, o que te movieron intereses inconfesables. Si tienes 12 años, probablemente te importa poco lo que te digan; pero si eres adulto, un profesional de prestigio y ocupas un cargo público, lo que deberías hacer, cuando menos, es reconocer el error y dejar el lugar a otro más competente.

Los miembros de la comisión que indagó la catástrofe del Alvia dedicaron tiempo y dinero público a hacer una investigación sobre el accidente que ha resultado inapropiada y parcial. Lo dijeron, entre otros, todos los medios de esta casa, desde el mismo día en que ocurrió; y se sabía que antes o después saldría a la luz la falta de objetividad en el estudio.

Pero hubo que esperar a que la Comisión Europea se pronunciase y a que toda Europa supiese de las escasas garantías que en este país se ofrecieron, situando el foco del problema, única y exclusivamente, en el conductor «sin haber identificado las causas subyacentes dentro de los organismos involucrados», según la propia comisión.

El varapalo de Bruselas es de los que hacen época; de forma especial porque llega semanas después de que la Audiencia coruñesa ordenara reabrir el caso para aclarar diversos puntos oscuros y tras presiones del Gobierno para retrasar su conocimiento. Así que estamos como en aquel fatídico 24 de julio; intentando que nos expliquen qué ocurrió en la curva de Angrois; qué errores se cometieron y cómo pudieron y pueden evitarse. Pero ahora hay un problema añadido. Que también tendrán que explicarnos qué interés les movió a hacer una chapuza de tales proporciones que hasta Europa los ha llamado al orden.