El «brexit» y el factor City

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

OPINIÓN

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras el resultado del referendo británico es inevitable volver al tópico del abismo. Es obvio que sus consecuencias económicas pueden ser importantes. En la perspectiva más profunda y de largo plazo, la integración europea ya no se verá como irreversible, dado que si la puerta de salida se abre para un socio, queda abierta también para quien quiera seguir su ejemplo. Mala cosa, cuando vemos que el euroescepticismo se extiende por el continente de norte a sur. La otra gran implicación es de orden aún más general, pues se refiere a la dinámica de la globalización. Cada vez parece más claro que esta ha alcanzado ya su límite, y a partir de aquí posiblemente asistamos a un retroceso. Inevitable es pensar que ello afectará seriamente al comercio: ahora es más probable que nunca, desde el comienzo de la crisis, que llegue la temida -y hasta ahora evitada- ola de proteccionismo general.

De todo eso tiempo habrá para hablar con calma. Ahora se impone, en cambio, alguna reflexión sobre lo que pueden ser las consecuencias inmediatas del brexit. Para la economía británica los efectos serán muy duros: los organismos internacionales dan por seguro el regreso de la recesión, aunque sus cálculos probablemente hayan sido exagerados con el fin de influir en el voto. Pero lo que más interesa destacar ahora es la incidencia que todo esto pueda tener sobre la situación de la economía europea -y más allá- durante los próximos meses.

Y aquí es obligado mencionar dos asuntos. El primero, crucial, es que la plaza financiera de Londres -la famosa City- es una de las más importantes del mundo, y un elemento crucial del entramado de la libertad de capitales en Europa. ¿Seguirá siéndolo con el Reino Unido fuera de la UE? Aunque dependerá de las negociaciones sobre las condiciones para la salida, parece imposible que todo siga igual. Así lo refleja la evolución de las acciones de los principales bancos europeos tras conocerse los resultados: muchos de ellos experimentaron pérdidas de más del 20 % de su valor bursátil. El retorno de los controles de capital es sin duda mucho más probable después del brexit, lo que no tiene por qué ser malo, pues en este plano sí que la internacionalización económica ha llegado demasiado lejos. El problema sería que se hiciera de un modo desordenado, en pleno sálvese quién pueda, lo cual es ahora bastante más probable.

Esto último nos lleva a la segunda gran cuestión: sabíamos ya que la situación de los mercados financieros internacionales sigue siendo de una gran fragilidad. La decisión británica puede caer sobre su precario equilibrio como un elefante en plena cacharrería. Para evitarlo están los bancos centrales, con toda su enorme potencia de fuego preparada. La duda está en si después de ocho años de ser prácticamente los únicos en evitar el pánico y la caída por el abismo, están en condiciones de hacerlo en este nuevo y muy especial atolladero.