No más líneas rojas

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

24 jun 2016 . Actualizado a las 10:40 h.

Sánchez aún no se ha dado cuenta de que muchos votantes lo consideran culpable de la repetición de las elecciones, y es posible que estos todavía se lo quieran hacer pagar ahora. Su negativa de entonces a negociar con Rajoy una gran coalición y su empeño obsesivo por liderar un «pacto de cambio» con Ciudadanos, con la misteriosa abstención connivente de Podemos y otras fuerzas radicales, han generado frustración y desconcierto. Sin duda, Sánchez ha sido el gran protagonista del anterior proceso negociador, junto con Rivera, pero ese protagonismo, al no servir de nada (excepto para desfilar por las pasarelas mediáticas), se ha vuelto en su contra. Sin embargo, la oferta socialdemócrata del PSOE es ahora más imprescindible que nunca.

Dicho en otras palabras, creo que hay que recuperar a Sánchez, si es que se deja, para recomponer un mapa político razonable e inteligible. Porque otra vez ha empezado mal al renovar sus líneas rojas y afirmar, a la vez, que no será imposible formar un Gobierno. Cuando murió Suárez, el brillante político convergente Miquel Roca escribió un artículo titulado: Pactar incluso la discrepancia. En él reconocía que «con Suárez no lo hicimos bien; no le tratamos como se merecía y con ello quisimos enterrar un estilo que nunca hubiéramos debido abandonar». Valdría la pena que alguien le explicase al líder del PSOE que las figuras claves de la Historia no son las que llenan el debate de líneas rojas, sino las que saben pactar incluso la discrepancia. Y es que ahora se trata de esto. De conocer la voluntad que manifiestan los votantes en las urnas y adecuarse a ella con el debido respeto. Porque solo los ciudadanos que votan pueden trazar líneas rojas. Y solo de este modo Sánchez podría -y debería- salir bien librado. Porque a la voluntad del pueblo no hay modo de torcerle el brazo. No más líneas rojas, pues. No más inventos caprichosos. Se trata tan solo de terminar la campaña y de que nos pregunten qué queremos. Y que no se preocupen: los españoles responderemos. Y ese resultado sí que será inapelable. Porque será nuestro pacto. El que debe guiar el de nuestros políticos.