En el otoño del 2012, un periodista español comenzaba así su crónica: «Primero fue Grexit, la combinación de Greece (Grecia) y exit (salida). Ahora es Brexit o Brixit para referirse a una posible salida del Reino Unido de la UE (British exit)». Efectivamente, suele situarse en aquella época la aparición de este neologismo inglés, acrónimo formado con elementos de dos palabras, british (o Britain) y exit. Su éxito fue inmediato. Una sola palabra permitía expresar una idea que en español necesita algunas más: salida del Reino Unido [de la Unión Europea].
Su difusión no se limitó a los medios en inglés. A la prensa española le encantó su brevedad y comenzó a emplear Brexit, generalmente con mayúscula inicial, y unas veces con letra redonda y otras en cursiva. Intentar resistirse al uso de este término era batalla perdida. Hay que aceptarlo como lo que es, un extranjerismo, y emplearlo como se hace con otros muchos: cuando ya están instalados por el uso en el español, se adaptan a las características de nuestra lengua (acentos gráficos, cambio de alguna o algunas letras si es preciso...). En caso contrario, si los sentimos extraños, se toman como son en la lengua de origen y se escriben con letra cursiva para poner de manifiesto que son importaciones no integradas.
El caso de Brexit o brexit presenta un problema. Si se toma tal cual se emplea en inglés, debería escribirse con mayúscula inicial. Pero ello choca con una norma de carácter general de la ortografía española, según la cual los nombre comunes -y este lo es- se escriben con minúscula, y los propios, con mayúscula inicial. Esa colisión frontal obliga a elegir.
Hasta tiempos recientes, en español se conservaba la mayúscula de los extranjerismos crudos que la llevan en su idioma. Así, la 22.ª edición del Diccionario, del año 2001, recogía, por ejemplo, las voces alemanas Bock ‘jarro de cerveza de un cuarto de litro’, Kirsch ‘aguardiente de cerezas’, Kitsch ‘pretencioso, pasado de moda y considerado de mal gusto’, o Leitmotiv ‘motivo central o asunto que se repite en una obra artística’. La 23.ª edición dejó la cerveza y escribió kirsch, kitsch y leitmotiv. Se daba así prevalencia a la norma española acerca del uso de las mayúsculas y las minúsculas sobre la relativa a la grafía de los extranjerismos. Ese cambio de la mayúscula por la minúscula, entienden en la Academia, no supone una verdadera adaptación, por lo que esas palabras -brexit entre ellas- deberán seguir escribiéndose en cursiva.
Esa preeminencia de la norma propia se da también en otras lenguas. La palabra paella, que en español escribimos con minúscula, la toma prestada el alemán, que, sin embargo, la escribe con mayúscula, Paella, como todos los sustantivos en aquella lengua. Que les aproveche.