Ruidos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

19 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para estar en este mundo con un mínimo de garantías de sobrevivir es imprescindible estar informado. Si te informas puedes pensar, juzgar las cosas que pasan, tener criterio y tomar decisiones. Pero el exceso de información puede ser tan pernicioso como bueno es tenerla. Produce ruido. Cuantas más fuentes de información más contenidos hay que engullir y las digestiones se hacen muy pesadas. En estos días intensos de esta primavera rara que estamos viviendo en los que atacan por todos los flancos (elecciones, Brexit, Eurocopa, Venezuela, asesinato de diputadas...), el empacho está servido, el ruido es ya barullo y hay que pensar en dejar de pensar. Tengo más de un amigo que ha optado por apuntarse a la causa de la desconexión. Es una opción tan inteligente como seguir dentro de esta bulla, en esta densidad informativa que sufrimos y que hace incompatible un mínimo de sosiego. Nos están alertando de todo por todos los lados y así es imposible bajar la guardia y relajarse un minuto. Ruido de candidatos, de mensajes, de arengas, de alianzas cambiantes, de tuiters, de añagazas... de un mercadeo en el que cada vez se hace más difícil discernir lo relevante y no digamos dar con la solución. Quizás sea este ruido el que empuja a mucha gente a dejar de informarse y recurrir al voto emocional que apela exclusivamente al argumento de barra de bar. El lío del Brexit es un ejemplo palmario de cómo una decisión en la que es necesario conocer a fondo y valorar un montón de variables en ocasiones difíciles de entender, amenaza con resolverse por la vía del minifundio mental y localista. El asesinato de la diputada laborista Jo Cox ejemplifica como determinadas consultas populares pueden desatar la violencia bajo motivaciones emocionales. Lo que estamos viendo en la Eurocopa también debería alertarnos acerca de la exaltación emocional que palpita en el ambiente, de tal modo que son más noticia las trifulcas protagonizadas por los hinchas energúmenos que van a los estadios a partirse la cara que los resultados deportivos. Decía Umbral que el deporte es la estililización de la guerra, pero cuando se da espuela a las emociones hasta el fútbol se queda en guerra a secas con alcohol. Malos tiempos para la razón.