Dicen las malas lenguas que bastaría con que Hollande pidiera la salida del Reino Unido de la Unión Europea para que los británicos se convirtieran al europeísmo. Aseguran que si Angela Merkel le dedicara una sonrisa al brexit ganaría por goleada el remain. Europa se ha desgarrado tantas veces que el mapa parece que siempre acabe reventando por las costuras. de las fronteras. En lugar de una estación final, el proyecto acaba siendo la parada de los desencuentros. Avanzar es como intentar arar el océano. En este momento crucial en el que uno de los Estados miembros amenaza con levantarse de la mesa, asoma de nuevo ese espíritu de reino de taifas. Miles de votos del referendo británico pueden haberse perdido en Alemania. Y la razón es que los trabajadores del servicio de correos germano están confusos por el formato del sobre oficial. Algunos empleados aseguraron a los votantes que no podían aceptar su envío, porque el tamaño A5 no encaja dentro de lo que la normativa alemana considera «carta estándar». Por lo visto, el reglamento es distinto al que aplica el Royal Mail. Otro empujoncito para el brexit.
Reconforta lo sencillo que resulta para algunos abrir cuentas en Gran Caimán o conseguir que un petrolero cualquiera luzca los colores de la bandera de Bahamas y lo complicado que puede ser votar para ciertos expatriados. Hay mecanismos que siempre están engrasados, listos para funcionar a toda máquina. Otros, como un motor con enfermedad crónica, se atragantan una y otra vez. La burocracia es una es una señora interesada y caprichosa. Y, por momentos, la UE parece un patio de colegio huérfano de profesor.