Aznar y Rajoy

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

05 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ser expresidente del Gobierno debe ser harto complicado de llevar, pues pasas de líder supremo a jarrón chino en lo que dura un recuento electoral. Algunos conviven con tal condición con resignación, manteniéndose en una discreta sombra, y otros, cuyo caso más paradigmático es José María Aznar, optan por morir matando. Las que le lleva hechas a Rajoy son incontables, pero aún así se ha preocupado de guardar en su particular arsenal munición suficiente para intentar amargarle la próxima campaña al que en breve, no lo descartemos, es probable que se vea abocado a reintegrarse a su Registro de la Propiedad de Santa Pola. Curiosamente, y a pesar del comportamiento de su compañero de partido, Rajoy, que vive el momento cumbre de su visión existencial de la vida y circunstancias que esta conlleva, se limita a decir que su relación con quien le nombró sucesor es «estupenda». Realmente cierto aquello de que con semejantes amigos no hacen falta enemigos. ¿A qué viene a cuento el continuo desgaste a que está sometiendo Aznar a Rajoy? Mantengo la tesis de que responde exclusivamente a cuestiones de personalidad del primero. Su temperamento soberbio, intolerante y engreído no asume que no se le consulte hasta la compra de tres archivadores de Ikea y dos cajas de bolígrafos BIC destinados a Moncloa. Él, que compartió aquella mezquina cumbre en Azores con George Bush y Tony Blair, no se resigna a ser más que lo que es. Un desleal expresidente del Gobierno.