El histórico líder del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, ha fallecido a los 68 años tras cuarenta al mando de la resistencia saharaui. Su desaparición abre grandes incógnitas acerca de quién será nombrado su sucesor, pero sobre todo sobre cómo evolucionará la política saharaui a partir de ahora. Obviamente destacan los deseos de las generaciones más jóvenes de tomar el mando y dar un giro a la situación de estancamiento que viven los saharauis desde que en 1976 España se retiró de este territorio, dejándolo a merced de la voracidad del rey de Marruecos, en aquel momento Hasán II.
La perniciosa y persistente dilación, a instancias de Marruecos, en la celebración de un referendo a través del cual los saharauis puedan expresar su voluntad de independencia, solo busca la asimilación de esta población y la consolidación de su territorio como una provincia dentro del Estado marroquí. Durante cuatro décadas, intereses económicos y geoestratégicos ajenos a las necesidades de los saharauis, las verdaderas víctimas de esta lenta agonía, impidieron la realización del referendo.
Hoy, el temor al yihadismo y la necesidad de que Marruecos coopere en la lucha contra el terrorismo ha vuelto a meter en el cajón de los asuntos pendientes la suerte de los saharauis. La desaparición de Abdelaziz puede abrir un nuevo escenario con múltiples posibilidades, desde el reinicio de la lucha armada hasta la disolución de las bases del Frente Polisario. En cualquier caso, es una vergüenza para la comunidad internacional y una gran injusticia que la voz saharaui siga silenciada en Marruecos y que sus ecos apenas lleguen más allá.