El eco de La Voz

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

14 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia es el país de «os caladiños» resignado a no alzar la voz, a silenciar las demandas crecientes de una sociedad civil desarticulada, dispersa y errática, demasiado sometida al poder turnista, a los poderes que corriendo el siglo XXI no han cesado de poner su bota poderosa sobre el cuerpo social de la sociedad gallega. Asistimos de partiquinos, de figurantes, a la ópera callada que inunda de silencios la sociedad gallega.

Me hubiese gustado poder asistir a la convocatoria que el presidente de este diario libre hizo en el museo que lleva su nombre para haber palpado en directo la pulsión de los cientos de periodistas y colaboradores del Grupo Voz en el acto de presentación del libro Yo protesto.

Fray Antonio de Guevara, nuestro olvidado obispo de Mondoñedo desde cuya catedral partió hacia la eternidad, dejó escrito en 1528 su singular protesta en El elocuentísimo libro áureo del emperador Marco Aurelio y Relox de príncipes, que complementaba su Menosprecio de Corte y alabanza de aldea. En su texto, reitera un «yo protesto» que mucho tiene que ver con la gallardía con la que el editor de La Voz rompe su silencio en al menos 21 artículos editoriales que desde el primero, El compromiso de un título, publicado en el 2004, hasta el más reciente, A la deriva, del pasado febrero. Y que así leídos, uno tras otro, conforman la voz que expande su eco por todos los rincones de la galleguidad, que es un universo plagado de diásporas.

Es acaso el único manifiesto civil concebido no como un grito solitario y solidario en un desierto de ingratitudes. Santiago Rey elige la figura del intelectual comprometido surgida en la Europa del siglo XIX a raíz de la publicación de Zola del Yo acuso con ocasión del caso Dreyfus. Fue un concepto nuevo que mucho contribuyó a cambiar la historia reciente de la humanidad.

Celebro que Galicia tenga un muy poderoso grupo de comunicación desde donde se ejerce el pensamiento crítico, desde la independencia de la pluma de su editor, fiel al principio que, subrayado en letras de oro inspira su cabecera, por Galicia y desde Galicia, en defensa del país gallego, permanentemente asoballado, esto último lo aporto yo, que suscribo desde la cruz a la raya las tesis que sin «obstáculos ni valladares» expone desde la libertad y por las libertades Santiago Rey en las doscientas y pico páginas del tomo Yo protesto.

Celebro y saludo la aparición y difusión de ese libro blanco, y nunca mejor dicho, sobre nuestra realidad histórica y reciente. Celebro y saludo el eco de La Voz, a la vez que deseo a su autor, rememorando a Marlowe en el prólogo de Los hechos del rey Arturo, que Dios le dé larga vida y gloria sin mengua, para que La Voz de Galicia expanda su eco por todos los rincones allí donde haya un gallego.