La reválida

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

13 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Extraño país en el que la insumisión a una ley no va a tener consecuencias. Claro que tampoco es muy normal un país en el que un Gobierno anuncia la entrada en vigor de una ley de educación que implanta una reválida sin efectos académicos. Y, así, con un ejecutivo casi sin funciones y con unas elecciones a la vista que generan más hastío que ilusión democrática, al menos la mitad de los padres de los alumnos que deberían estar estrenando la discutida reválida de sexto han decidido que sus hijos den plantón y no acudan al examen.

Una buena lección de ciudadanía para los pupilos ante una injusta e inútil prueba académica, argumentan algunos de los padres que prefirieron no someter a sus hijos al examen. Un mal ejemplo para la formación de ciudadanos corresponsables de un Estado de derecho, plantean algunos de los que aún siendo contrarios a la reválida y a la filosofía toda que inspira la Lomce, han preferido cumplir con una ley que obliga a sus hijos a hacer la reválida.

Delicado debate cuando, además, andan por medio personas sin capacidad de decidir y que pueden acabar siendo los instrumentos para la expresión de las posiciones de los adultos, sean estos un ministro, el profesor o sus padres y madres. La educación de nuestros hijos ha de estar orientada para que sean personas libres, con espíritu crítico e independencia de criterio; para que no acaben siendo adultos manipulables, que adquieran las herramientas para defender sus derechos y su dignidad. Pero para que aprendan, también, qué cauces existen, sin vadear el Estado de derecho, para tumbar Gobiernos y cambiar leyes que, como la Lomce, siguen arrinconando a muchos niños y adolescentes.