Camarada Pablo Iglesias

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

26 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El leninista Pablo Iglesias, en la revolución rusa de 1917, no pasaría de comisario político de tercera. Pero como España es como es, con su escaso rigor y abundante labia, en las pasadas elecciones se metió en el bolsillo a varios millones de votantes.

A base de promesas de imposible cumplimiento, manipuló a una parte a tener en cuenta de un electorado desesperado, que ansía como agua de mayo que el politólogo se haga con mando en plaza para empezar a recibir las rentas básicas que pongan fin a sus penurias. ¿De dónde saldrá el dinero prometido? Y eso qué importa. Lo verdaderamente importante es que el pueblo se lo crea antes de las elecciones. A caballo regalado, no hay que mirarle el diente.

Imagino que el absolutismo que ha demostrado Iglesias dentro de Podemos habrá resultado suficiente para que hasta sus propios correligionarios se cuestionen el talante democrático con que se presentó al principio de su andadura política. Es un sátrapa con disfraz de cordero. Si actúa así entre los suyos, lo que sería si tuviese el aparato del Estado postrado a sus pies.

Ya se le vieron maneras al encararse días atrás con un periodista. Intentó humillarlo, y hasta que lo consiguió no cesó en su empeño. La libertad de expresión y el derecho a opinar solo son para él la reminiscencia de una derecha troglodita y rancia. Por eso prefiere el modelo venezolano. Allí cada cual es dueño de pensar lo que quiera. No de expresarlo, pero por lo menos pueden reflexionar en su interior sobre sus problemas. Para qué quieren más. Lo contrario es la anarquía.

¿Que en el país caribeño no hay ni papel higiénico? No lo necesitan, ya que tampoco hay pan. Y si no hay pan, pensará el leninista, que coman pasteles.