El impostor

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

24 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando a principios del siglo XVII el conde de Lemos y el duque de Béjar deciden encargar a un grupo de bachilleres y autores de comedias de corral la redacción de un conjunto de relatos que reflejaran los defectos y las virtudes del pueblo español, no se imaginaban que el asunto se les pudiera ir de las manos de semejante manera. Lo primero que hicieron fue inventarse un nombre formado por las iniciales de los verdaderos autores: Sansón Carrasco, Álvaro de Ávila, los portugueses Vasco Gonçalves y Eduardo Duarte y el mayordomo del propio Béjar, Ramiro de Alcocer. Con ellos se formó el acrónimo Saavedra, al que antecedieron el inventado nombre de Miguel de Cervantes. Luego crearon una biografía disparatada, que lo hace nacer en Alcalá de Henares, marchar con Aquaviva a Italia y viajar por el Mediterráneo, ser cautivo en Argel, retornar a España, contraer matrimonio en Esquivias, emprender otro viaje, esta vez a Sevilla, viajando constantemente por Andalucía como comisario de abastos para las galeras, lo cual le acarrea la cárcel en un par de ocasiones; y finalmente se le hace morir el mismo día que Shakespeare. Añádase a eso su heroica intervención en la batalla de Lepanto, donde pierde una mano, pero no la derecha, que lo hubiera impedido para la carrera de las letras. Es difícil imaginar existencia más fantástica, y resulta sorprendente que haya sido aceptada por el mundo de la cultura durante cuatrocientos años. Pero es que la gente se lo cree todo.