Beiras

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

16 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ando cerrando una trilogía de la vejez, y recientemente inicié una novela que protagoniza un viejo escritor al que le organizan un homenaje en la celebración de su ochenta cumpleaños. Tiene con ese motivo que entregar una nueva obra que se presenta cuando sople las ochenta velas. En eso andaba, poniendo puntos sobre las íes, pues mi texto estaba iniciándose, cuando leo que el profesor Beiras entraba en la misma edad que mi anciano protagonista, y se dejaba querer cuando le preguntaban si será de nuevo el candidato de no sé muy bien qué siglas de la izquierda reinventada a la presidencia de la Xunta de Galicia.

No seré yo, Dios me libre, quien subraye la joven ancianidad del profesor que escribió, ya hace casi nueve lustros, un libro referencial para quienes soñábamos con la utopía revolucionaria del mayo francés: O atraso económico de Galicia. Obra de culto, icono de jóvenes estudiantes que abrazaban el marxismo en todas sus versiones, incluida la del escritor radical francés Frank Fanon, maestro de textos anticolonialistas -Los condenados de la tierra- que nos conducían a un país independiente con la ilusión de un FLN argelino que había posibilitado la cercana independencia de Argelia.

El ilustrado autor, el afrancesado Beiras, que cita sin traducir parrafadas enteras de libros del también argelino Camus, antes de interpretar al piano bellísimas piezas de Satie, en el salón de su dacha-pazo en las proximidades de Compostela, acaso la mejor de la ciudades para vivir, sufre de una particular y emotiva melancolía del poder.

En estas tardes que ya van siendo largas, y en las que el sol se resiste a ser cobijado por la noche, el profesor Beiras medita la conveniencia de que las mareas se acerquen a su playa interior y apoyadas en el entramado de Podemos, y sus daños colaterales de AGE, Anova, et altri, convenzan al viejo catedrático de Estructura económica para que encabece la lista común a la presidencia de Galicia. A lo mejor resulta que no hay consenso, y que las unanimidades eran previas al asalto al poder, y Beiras fue solo una referencia y ya no caben más tesis ni antítesis en la síntesis que distingue táctica de estrategia, y la insistencia de antaño es hoy un ya veremos decadente y acaso arriesgadamente ineficaz.

Beiras nunca ha tocado poder en estos cuarenta años de carrera política. Galleguista genético, ocupa un escaño en el Parlamento gallego, desde donde escenifica una alternativa mise en scene que adereza con insultos y algún que otro improperio que ya no sorprenden a congresistas ni a periodistas.

Mantiene ese tono didáctico de viejo profesor y la ilustración de las élites de la inteligentsia que impresionaban a una sociedad pacata y escasamente informada. Su alter ego pudo haber sido Fraga, pero ahora se ha quedado sin contrincante.

Ya sé que no debo recomendar un límite de edad para ocupar en el siglo XXI la máxima responsabilidad política gallega, pero a lo mejor esa edad no debe franquear los ochenta años que acaba de cumplir X. M. Beiras. Al fin y al cabo, el personaje de mi novela es de ficción.