Candidato Feijoo (III)

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

09 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

D onde dije digo, tengo que decir Diego, fallé el tiro en el ámbito. Ubicaba a Alberto Núñez Feijoo más allá de Os Peares, del Padornelo y Pedrafita, como optante al Gobierno de España sustituyendo a Rajoy en una nueva y próxima consulta electoral. No ha sido así en primera instancia, lo que no quiere decir que no sea posible así que pase algún tiempo y los populares opten por un sénior con experiencia y prestigio frente a los jóvenes cachorros inéditos fuera del circuito parlamentario. Son muchos para elegir a uno y Feijoo es uno entre muchos, compite en soledad. La diferencia es notoria.

La primera parte del enunciado -candidato Feijoo- dio en el centro de la diana, pues el anuncio de concurrir a los comicios gallegos de convocatoria semiinmediata despejó tres incógnitas planteadas.

La primera, y que yo aventuraba, consistía en sustituir a Rajoy, lo que no resultaba descabellado, y se veía en círculos populares sotto voce como conveniente, al menos en los mentideros habituales de Madrid, y altamente probable. Nadie aconsejó directamente al presidente del Gobierno en funciones, que por el bien de su partido, y el de España, debía de echarse a un lado y dejar que el candidato de su partido fuese otro, y ese otro ya tenía un consenso suficiente: Alberto Núñez Feijoo.

La segunda de las incógnitas desveladas es si el presidente gallego abandonaba la política y se pasaba al mundo de la gestión privada, al mundo de la empresa. Se organizó una corta campaña mediática con apuestas del nuevo destino centrado en una gran compañía de origen gallego y en el lobby gallego de México. Lo cierto es que Feijoo tuvo ofertas del sector privado, pero no coinciden del todo con las adjudicadas, que lo situaban con un salario anual millonario al frente de la Fundación Amancio Ortega.

Por último, anunció la resolución de la tercera incógnita, y aquí sí que el candidato Feijoo es más candidato que nunca. Galicia ya no se parece mucho a la que dejó Fraga, ni a la del desalojo del Gobierno tripartito. Feijoo, el candidato Feijoo, fue el gestor político de la crisis, renovó el partido e intentó desterrar los viejos vicios caciquiles y el clientelismo tan arraigado en Galicia, e incluso comenzó a entender desde un personal planteamiento socialdemócrata de derechas la complejidad poliédrica de Galicia y los gallegos. Anunció que vuelve a intentarlo. Es un buen momento, pues las Mareas están en bajamar, el socialismo del norte anda desnortado, y los nacionalistas no están ni se le esperan. Si no gana por mayoría, perderá el poder por esa soledad, esa singular plaga que, como las abejas velutinas, ataca a la derecha popular.

Feijoo es el candidato, se envuelve en la bandera para iniciar la campaña, se emociona recordando su origen y su familia cuando subraya dialécticamente que él va a estar al pie del cañón. Cuando se le pregunta por qué, responde, y yo le creo, por Galicia. To be continued.