La «g» de «magestad»

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

19 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La televisión pública puertorriqueña transmitió hace unos días en directo la inauguración del Congreso Internacional de la Lengua Española. Durante la intervención de Felipe VI se deslizó por la parte inferior de la pantalla un rótulo que indicaba que quien hablaba era «Su Magestad el Rey de España Felipe VI». La leyenda fue retirada al cabo de diez segundos, y un minuto después reapareció con Magestad convertida en Majestad, para alivio de quienes habían caído en el error. La anécdota escandalizó a más de uno, sobre todo por tratarse del Congreso de la Lengua Española. Pero, como dijo un sesudo pensador, el agua no llegó al río.

Majestad, sustantivo que significa ?grandeza, superioridad y autoridad sobre otros?, es también el tratamiento que se da a Dios (su divina majestad), emperadores y reyes. El español lo tomó del latín maiestas, y lo adaptó con j el en primer diccionario que conocemos, el Vocabulario español-latino que Nebrija publicó en 1495. Sin embargo, en 1516 aparece como magestad en el «Vocabulario de romance en latín hecho por el doctíssimo maestro Antonio de Nebrissa nuevamente corregido y augmentado más de diez mill vocablos de los que antes solía tener». A partir de aquellos años alternan una y otra forma en los diccionarios, con predominio de la que lleva j. No hay una autoridad que fije, y cada cual escribe como mejor sabe o como gusta. En el Corpus Diacrónico del Español, de la RAE, aparece magestad en miles de documentos, en un número de veces no muy inferior al de casos de majestad.

El Diccionario de autoridades, el primero que publicó la Academia Española, incluye magestad en su cuarto tomo (1734) y le da cuatro acepciones, la primera de las cuales es la de «título honorífico, que propriamente pertenece a Dios, como a verdadera Magestad infinita, y después a sus retratos en la tierra, quales son los Emperadores y Reyes» (tome nota el lector de los de «sus retratos en la tierra»).

La Academia pasó a escribir esta palabra con j un siglo después, a partir de la edición del Diccionario de 1832. Y con majestad, majestoso, majestuosamente, majestuosidad y majestuoso. Por esos años también convierte gorgeo, muger, parage y viage en gorjeo, mujer, paraje y viaje.

En cuanto a magestad, pertenece a un grupo de palabras con la secuencia gest, como congestión, gestión, gestar, gesto, gestionar... todas las cuales se escriben con g, con las excepciones de majestad y sus derivados y vejestorio. ¡Ah!, si levantase la cabeza Jerónimo de Mascarenhas, autor del «Viage de la serenissima reyna Doña Maria Ana de Austria, segunda muger de Don Philipe Quarto deste nombre, Rey Catholico de Hespaña...».