La frustración de una sesión histórica

OPINIÓN

07 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La sesión en el Congreso sobre la investidura fue histórica, no porque dos fuerzas parlamentarias, PSOE y Ciudadanos, hubieran conseguido un acuerdo, en sí mismo ineficaz para alcanzarla, sino por la presencia por primera vez de dos grupos parlamentarios independentistas y un partido que no participó en la elaboración de la Constitución y defiende la remoción de sus pilares. Algunos gestos inéditos, puño cerrado en alto y beso, aunque no merezcan la calificación de históricos, contribuyeron a subrayarla.

El resultado no constituyó una sorpresa. Podemos, desde el primer momento, dejó clara su oferta de Gobierno de coalición con el PSOE, de la que excluía a Ciudadanos; el PP hizo ver a Ciudadanos que, siendo el partido más votado, no podía pedírsele que contribuyese a hacer presidente al líder de la segunda formación en las elecciones. Lo no tan previsible fue el desarrollo de los debates que frustró la sesión, porque ha dejado muy difícil ningún acuerdo en los próximos dos meses a partir de la investidura fracasada.

De una parte, Pablo Iglesias, al referirse a Felipe González implicándolo en el asunto del GAL, ha puesto muy difícil el acuerdo con el PSOE. No parece que fuera fruto del acaloramiento del debate. De ello no ha pedido excusas: la memoria, vino a decir en respuesta al aludido, no es rencor. Aceptar el acuerdo que Iglesias ha vuelto a ofrecer sería indigno, como cuestión de principio, para un partido centenario que ha gobernado durante el mayor tiempo de esta etapa democrática. Por eso, no es fácil de entender cómo Sánchez pretende sumar a Podemos al acuerdo suscrito con Ciudadanos, que se consideran además incompatibles, basado en el único objetivo de impedir un Gobierno presidido por Rajoy.

De otra parte, no deja de sorprender la actitud de Rivera en su reiterado ataque personal a Rajoy, en las varias fases del debate de investidura de Sánchez, antes y después de él. No hace fácil un acuerdo de Ciudadanos con el PP y tampoco se aventura con ella un cambio de la de Sánchez, enrocado desde el inicio en su «No es no». Desde la posición de centro habría que atender no solo a su izquierda.

Como constituyente que intervino directamente, y a veces anónimamente, en la redacción de la Constitución y como fundador de la coalición de UCD, no me parece correcto que se enfunde en el espíritu de la transición y en el nombre de Adolfo Suárez para incitar a que los miembros del PP se rebelen contra su presidente. Por la misma razón me resulta inadecuado que el joven Rivera pretenda amparar al rey frente a lo que califica de desaire cometido por Rajoy al declinar una imposible investidura. No han de invocarse en vano esas referencias.

Hay palabras que por su carga moral y descalificación personal no debieran haberse pronunciado. Han levantado muros que impiden el encuentro. Para derribarlos haría falta revivir el clima de la transición por quienes la invocan o respetan si quieren evitar elecciones. No se atisba.