Cada vez que surge una promo del programa de Bertín los espectadores nos quedamos boquiabiertos. Muy pocos comunicadores han conseguido acceder a ese nivel de invitados. Es cierto que son personajes muy populares sobre los que no hay que explicar casi nada. Si uno dice Mario Casas, Alejandro Sanz o Iker Casillas no tiene mucho más que añadir, por lo que enseguida el público se sitúa cómodamente en el sofá para disfrutar de la entrevista. La haga Bertín mejor o peor, la parte más dificultosa de la entrevista (que te digan que sí) está resuelta en un tiempo relativamente corto. Y con una amabilidad que las cámaras luego ponen en evidencia. De repente Alejandro Sanz abre su corazón partío y habla de sus hijos, Mario Casas cuenta cómo es su relación con su novia, Berta Vázquez, o Iker Casillas sienta a su lado a Sara Carbonero (aún no se ha emitido el programa) en una intimidad jamás ventilada. Sin quitarle un ápice de mérito a Bertín, sino todo lo contrario, lo que sorprende desde dentro de este oficio es la campechanía con la que rostros muy, muy, muy reacios a ofrecer una entrevista dan inesperadamente una imagen de sí mismos que niegan en otros medios, en todos los otros medios a los que se cierran por completo. A los que, dicho sea de paso, exigen unas convenidas condiciones para que mostremos solo su cara profesional. Qué rostro le echan con Bertín.