Tocado y hundido

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

21 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Como cuando combatíamos el tedio de las explicaciones del profesor jugando a los submarinos y sabíamos la pieza que nos iban a llevar antes de que nos la destrozaran, conocíamos también la suerte que iba a correr el BNG-Nós en la consulta de ayer. Porque para casi nadie han sido una sorpresa los resultados que la sitúan fuera del Parlamento español. Lo decían las encuestas y lo confirmaban las sospechas y la racionalidad.

Es una mala noticia, una pésima noticia, que el BNG quede fuera de juego. No solo para los nacionalistas, sino para los gallegos en general y para la izquierda en particular. Por tradición y por trabajo, el BNG merece estar sentado en la Carrera de San Jerónimo, pero han sido demasiados los errores cometidos hasta llegar aquí. Algunos habrán soñado esta noche, entre pesadillas, con la asamblea de Bamio donde comenzó el camino equivocado de la formación frentista que finalizó ayer en las urnas. Eso unido a errores continuados, luchas intestinas, cambios de nombre, desaciertos, imposiciones, soberbias y deslealtades llevaron a la formación a una situación de la que no le va a resultar fácil salir.

Ni los candidatos ni las propuestas fueron, en esta ocasión, inferiores a las que llevaron al BNG a estar presente en Madrid de forma continuada desde hace dos décadas. Ni la campaña fue menos atractiva. Por eso, a partir de hoy mismo habrán de valorar, a ver si son capaces, los errores cometidos para llegar adonde han llegado.

Bien al contrario, los nacionalismos vasco y catalán mantienen su fortaleza, aunque es cierto que en unos casos más que en otros. Fortaleza que el BNG demostró en la consulta del 2000 con más de 300.000 votos, frente a los menos de 65.000 de ayer. La mitad de Ciudadanos. Es un desplome anunciado, el tocado y hundido previsible, a la vista de la caída paulatina que fue sufriendo, sin que nadie fuese capaz de poner remedio y cortar la sangría.

No se trata de un cambio de nombre, ni de nombres; ni tampoco de responsabilizar a los votantes o al momento político que vivimos. No se trata de insistir en que España es un país bipartidista. El BNG hoy es impopular entre los jóvenes que se encuentran más identificados en otras formaciones emergentes y sin las generaciones del futuro, está condenado al fracaso. Solo un tiempo nuevo o, mejor, una catarsis, puede volver a situar a la formación en el lugar del que dispuso. Y eso pasa por entender, antes de nada, que los tiempos han cambiado. Que las necesidades son otras. Que España ha dejado de ser lo que era. Y han de hacerlo antes de que la debacle se convierta en tragedia sin posibilidad de retorno.