Alevosía

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

13 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya se puede prescindir del adjetivo presunto -que tantas veces se utiliza como puro formalismo de autoprotección y no como garantía del procesado- para hablar del caso más conmovedor e inexplicable de cuantos han sucedido en Galicia en mucho tiempo. Los padres de la niña Asunta son culpables. Han sido condenados a 18 años de cárcel cada uno por el asesinato de su hija. Con el reconocimiento de dos circunstancias, la alevosía y la agravante del parentesco, que además de artillar la sentencia, añadieron dramatismo y desconcierto al suceso.

Si el asesinato hubiese sido cometido por otras personas, a estas horas estaríamos pensando que la sentencia, al menos, habría reportado algo de alivio en la profunda tristeza -quizás perenne- en la que seguirían sumidos los padres. Ahora, sin embargo, solo queda un sentimiento de tremendo desasosiego por el sufrimiento de la niña y por la soledad inmensa y definitiva en la que la cría murió. Asunta ni siquiera pudo aferrarse en última instancia a la esperanza de salvación que representa para un niño la figura de los padres.

Ni el jurado popular ni el magistrado, que coinciden en la percepción y valoración de los hechos, tenían que juzgar el móvil que lleva a un padre y a una madre a urdir un plan para matar a su hija. Pero es precisamente la desconocida motivación de los criminales lo que causa más zozobra. La alevosía y el parentesco -por fin ya casi nadie desliza la condición de adoptada de Asunta, irrelevante para el caso- subraya la vileza de unas personas a las que la sentencia retira la capacidad de ejercer la patria potestad; la condición legal de padres, podría decirse. Aunque por desgracia llega tarde.