El monotema catalán

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

25 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Y a no cabe duda de que, en Cataluña, ambos bandos (el independentista y el no independentista) se han salido con la suya. Lo demuestra el hecho de que allí ya no se habla de ninguna otra cosa.

Y esto es así porque ya son demasiados los que viven de atizar esta confrontación en aquella comunidad autónoma. A los políticos catalanes ya no los ocupa -ni preocupa- la crisis económica, ni la precariedad laboral (y salarial), ni la creciente descomposición de los restantes equilibrios sociales. Nada.

Da la sensación de que todos se han independizado ya de los verdaderos problemas de los ciudadanos, para concentrarse en «lo importante», es decir, en la madre de todas las batallas sobre la independencia o no independencia del país, del paisaje y del paisanaje catalanes.

Sé que hay ciudadanos que lo están pasando muy mal allí y ahora, y así lo dicen.

Me refiero a todos los que simplemente no son independentistas ni no independentistas y que quieren hablar de otra cosa, abriendo unos debates que consideran mucho más urgentes y necesarios sobre una economía y una sociedad que se nos descomponen sin que a nadie parezca importarle un pito. Porque el rollo va de lo que va, y que nadie se distraiga porque será debidamente apercibido y amonestado por los suyos y por los otros.

O, peor aún: será silenciado. Porque si usted no habla del tema no es de fiar, no es un ciudadano respetable o simplemente no merece la atención del pueblo catalán.

Podría insistir en el argumento, pero sé que no vale la pena. El raca-raca seguirá y yo perderé el tiempo escribiendo unas líneas para las que no hay más público que el silenciado.

O peor aún: para el que no hay lugar, y punto.

Si no quiere usted hablar del gran tema, es decir, de la pugna abierta entre independentistas y no independentistas, mejor que se calle, porque no se abrirá un hueco milagroso para sus ideas o propuestas. El resto, como su propio nombre indica, es eso: resto, secundario, irrelevante.

El talento está ensimismado en el asunto clave y no tolerará distracciones ni pasatiempos.

No cabe solazarse en plena batalla. Está en juego la identidad del propio juego, es decir, su verdadera voluntad de decidir el Futuro con mayúscula.

Y punto. (¡Dios, cómo me aburren!).