Playboy

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

18 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre la maraña de noticias que nos acosan, ha habido una que me ha dado que pensar: la revista Playboy deja de publicar sus emblemáticos desnudos femeninos. La cosa tiene su interés sociológico.

La revista en cuestión ha sido un icono del fin de siglo. Nació poco antes que se inventará la píldora anticonceptiva y supuso la melodía gráfica del inicio de la llamada revolución sexual. Su primera portada la protagonizó Marilyn Monroe; era una revista dirigida a la especie dominante en aquellos tiempos de frenesí warholiano, la de un varón joven, urbano y pudiente que descubría en sus páginas cómo ser un buen seductor, cómo vestirse, beber con estilo, conseguir orgasmos colosales, entender de soul y viajar a los rincones más exóticos.

La versión patria y descafeinada del invento se plasmó en el Interviú, el Lib y tantas otras publicaciones del mismo estilo que apuraban a escondidas púberes adolescentes y adultos sedientos de imágenes sin censura. Todas las réplicas del Playboy seguían siendo revistas de consumo erótico masculino por mucho que entre sus páginas se colaran excelentes artículos y firmas literarias de primer orden. En Playboy escribieron Kerouac, Bradbury, Tennessee Williams, Borges, Moravia, Nabokov, García Márquez... en Interviú estuvieron Umbral, Manolo Vázquez Montalbán, Cela... Todos sirvieron de excusa para pasar la censura doméstica con el pretexto de un interés literario mayor que los pechos de Ágata Lys.

Playboy deja de publicar mujeres desnudas porque, bien entrado el siglo XXI, son más las mujeres que leen que las que se desnudan. Quizás por eso las revistas exhiben últimamente más hombres en pelotas que mujeres de Playboy. En los tiempos de la viagra vende más el erotismo light de Ronaldo, Beckham o Nadal en calzoncillos que esas chicas recauchutadas y voluptuosas que ponían a la peña de pie. El actual periodismo gráfico con detalles eróticos va más dirigido a la mirada femenina que es la que más lo lee; la diferencia está en que la mujer, aparte del interés que pueda tener en apreciar los abdominales masculinos, se interesa más por otros asuntos, y pocas elegirían una revista de desnudos varoniles antes que el Hola o el erotismo blando del Quore.

El erotismo sofisticado para hombres de Playboy ha sido arrasado por el porno duro de Internet, un ejemplo claro de cómo el contexto ha mudado de soporte a las fantasías sexuales, pasando del papel a la Red, como tantos otros asuntos humanos.

Quede pues para la nostalgia de los chicos que ya peinan canas aquel Playboy compañero de adolescencia, escondido entre los libros, que cantaba Serrat. D.?E.?P.