Y si faltaba algo, ahora el Cupo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

09 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, señores: por si faltaba algo, el Cupo. Y de refilón, sin nadie que se atreva a plantearlo claramente, el Concierto Económico del País Vasco y el régimen pactado de Navarra: la potestad normativa y de recaudación de impuestos estatales a cambio de un cupo que se establece periódicamente a cambio de los servicios del Estado y como contribución a la solidaridad. Cada vez que se plantea la financiación o los presupuestos de las demás comunidades autónomas, se mira con envidia al País Vasco y a Navarra y surge un clamor: nosotros queremos ser como ellos. Mejor dicho: queremos que ellos sean como nosotros. Por la negativa de Rajoy a esa petición de Artur Mas, el presidente catalán dio el salto a la independencia.

La diferencia de este año con ediciones anteriores es que nueve autonomías, más de la mitad, cuestionan el Cupo y lo hacen públicamente, en declaraciones a medios o como reivindicación formal. Entienden que es un privilegio del País Vasco y Navarra, que no contribuyen debidamente o, dicho en palabras más directas, se quedan con todo el dinero y de ahí viene su prosperidad. Nadie se atreve, digo, a proponer que se liquide ese sistema de financiación, porque está reconocido en la Constitución. Pero sí hay una ofensiva sin tapujos contra la cantidad que pagan al Estado. De ahí venía la reivindicación de Cataluña: pensaban que así 16.000 millones de euros se los quedaba la Generalitat.

Delicado asunto, que amenaza la unidad del PSOE, reabre otra tensión nacionalista e invita a la alianza de Navarra y Euskadi, con todo lo que eso significa. Delicado asunto, como lo demuestra el hecho de que Rajoy no ha querido meterse en el avispero de la negociación del Cupo y dejó que la ley caducara hace dos años sin proceder a la revisión. La pereza gubernamental y la conveniencia del PNV se aliaron para no mover un dedo. Y ahora estalló. Íñigo Urkullu, cuyas relaciones con el Estado son bastante mejores que las de Artur Mas, oyó campanas y saltó como un tigre: «No vamos a permitir una modificación unilateral del Concierto». Y trazó una línea roja. Su actitud es preventiva, porque solo se habla del Cupo, pero tiene un significado: por moderado que sea un lendakari, no permitirá que se toque su joya de la corona.

¿Qué hacer ante esto? Primero, aclararse: los que reclaman la reforma, que digan qué quieren y no se queden en vaguedades. Segundo, que se pronuncien los líderes nacionales, si tienen lo que hay que tener en vísperas de elecciones. Y tercero, que el Gobierno, además de defender el Concierto y el Cupo como hizo ayer, actualice el Cupo y haga una labor educativa e informativa ante las demás autonomías. No estamos para crear un nuevo conflicto territorial.