Más difícil es separarse

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

21 sep 2015 . Actualizado a las 12:01 h.

Reconozco que pertenezco a esa numerosísima mayoría de españoles hastiados de escuchar las falsas sutilezas argumentales de Artur Mas, Oriol Junqueras o el pequeño filósofo Francesc Homs. Y también estoy hastiado de escuchar a los que les responden desde la estricta observancia de la ley y sus rigideces. De hecho, ya no recuerdo cuándo fue la última vez que les presté alguna atención en esta columna. Sin embargo, tengo que reconocer que estamos ante unas elecciones en Cataluña que ya son cualquier cosa menos unas elecciones autonómicas normales, tranquilas y distendidas. Porque no lo son. Ya nos han convencido de ello.

¿Qué son entonces? Se podría decir que son un embrollo, un enredo, un jaleo, un caos o también, quizá, una oportunidad. Es decir, algo en lo que cabe todo, menos la normalidad. Porque realmente son unas autonómicas que el independentismo catalán ha planteado como plebiscitarias, es decir, como un golpe (o autogolpe) contra el actual Estatut y contra la legalidad catalana y española. Nada menos. Sobre esto no parece que haya ningún afán de ocultación por parte de los partidos que tienen como objetivo la secesión. Hace tiempo que allí se habla de todo esto a calzón quitado.

Acercarse al tema sin querer tomar partido, como hacen algunos neutrales, ya no tiene sentido. Tampoco lo tiene hacer chascarrillos sobre Groucho Mas y su sobrevenido ingenio secesionista. Por ello, incluso la gente como yo, que preferiría no meterse en este berenjenal, tiene la obligación cívica de pronunciarse. Y en mi caso esto significa dos cosas: a) defender la aplicación de la legalidad vigente, y b) buscar un acuerdo futuro, no sobre la independencia de Cataluña, sino sobre el justo encaje de sus intereses y representaciones en el conjunto del Estado.

Sé que todos dirán que esto ya se intentó y falló, pero no es verdad. Lo que ha fallado han sido otras cosas, entre ellas la lealtad político-institucional. Yo hablo aquí de un compromiso histórico que permita satisfacer anhelos confrontados sin quebrantar la unidad de España ¿Es algo muy difícil? Más difícil -y peor- es separarse.