Qué pesadilla. Cada vez es más difícil estar al día. Es un ejercicio de vértigo. Quién no ha escuchado este latiguillo: ¿De verdad que no conoces la película? ¿De verdad que no sabes quién es el autor? ¿De verdad que no has visto la tercera temporada de la serie? ¿De verdad que no conoces la versión norteamericana? ¿De verdad que jamás has escuchado la canción con los arreglos de fulanito? El mundo se ha llenado de expertos en cultura. Tal vez habría que decir que se ha saturado de expertos en consumo de ocio. En Estados Unidos tiene un nombre: fomo. Nadie quiere ser un fomo. Fomo significa miedo a perderse algo. En inglés «fear of missing out». Pero con Internet y los dispositivos móviles todo ha ido a más. El asunto ya no afecta al universo cultural. Ahora tienes que estar conectado las veinticuatro horas. Y las preguntas para no ser un fomo se han multiplicado hasta el absurdo. ¿De verdad que no has visto el vídeo en YouTube? El vídeo puede ser de un gato o una rana. ¿De verdad qué no sabes lo que pasó hace diez minutos? Lo que pasó hace diez minutos puede ser una grabación oculta de un concejal de Teruel que insultaba a alguien en un bar. Ya está dicho: el exceso de información solo deforma. Ahora no llega con ver la sexta temporada de Juego de tronos, en el Trivial de la actualidad también hay que saber cuál fue el último tuit de cualquier tipo que incendió la Red porque se pasó con alguien. De Juego de tronos vamos a terminar, por este camino de sed de información inútil, en protagonistas sin darnos cuenta de Juego de tronados.