Boimorto, sitio distinto

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

15 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El transfuguismo político «puede suponer el falseamiento de la representación política, la debilidad del sistema de partidos, favorecer la corrupción, deteriorar la cultura política democrática e incluso inducir a la abstención». Lo dijo Mariano Rajoy cuando estaba al frente de Administraciones Públicas y no existen datos para pensar que hoy crea lo contrario. Como tampoco que Núñez Feijoo y Carlos Negreira, que son los mandamases del partido en Galicia y A Coruña, no estén en la misma órbita. Es más, nadie duda de la sinceridad con la que siempre combaten el trilerismo político.

Y si esa es la postura del partido y de sus dirigentes, ¿cómo es posible que el PP haya asaltado ayer mismo la alcaldía de Boimorto con el apoyo de José Balado, que si formalmente parece que no puede decirse que sea un tránsfuga sí es un desertor? ¿A quién rinde cuentas Gonzalo Concheiro que, también según parece, es el responsable popular en el lugar? ¿Al presidente que dijo que el transfuguismo deteriora la política, o a los que van a poner el grito en el cielo cuando las mociones no les sean beneficiosas, como puede ocurrir en la Diputación de Lugo?

Dejemos para mejor ocasión el rigor con el que el PSdeG selecciona a sus candidatos, que al día siguiente de ser elegidos lo abandonan. El caso del fugitivo José Balado de Boimorto merece una tesis. Pero teniendo los socialistas la enorme responsabilidad que tienen, lo que resulta de difícil comprensión es que el PP, partido que ahora mismo vive inmerso en un ejercicio de regeneración y lavado de cara, consienta que un par de oportunistas le tiren por la borda el discurso de moral y honradez.

Se desgañitan y se ponen muy dignos hablándonos de la ética, los códigos de conducta y las reglas democráticas. Pero a nada que puedan utilizan a un desertor para hacerse con el poder, mientras tratan de convencernos de su afán de enmienda. Y es que en política no todo sirve. Lo acaba de decir Cristina Cifuentes, que es una de ellos. Pero debe de ser en Burundi, porque Boimorto es sitio distinto.