Una Europa «merkeliana»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

20 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1953 el novelista Thomas Mann exhortó a los estudiantes alemanes a luchar «no por una Europa alemana, sino por una Alemania europea». Ese mismo año se firmaba el acuerdo de Londres por el que los 25 países acreedores (entre ellos Grecia y España) condonaban el 62 % de la deuda a Alemania, lo que posibilitó su rápida reconstrucción y su resurgimiento como potencia mundial. Más de 60 años después, Alemania es una impecable democracia europea, pero, a la vez, ha instaurado una Europa alemana, que podemos llamar Merkelandia, en la que el destino de los pueblos del sur depende de la canciller alemana, que dicta a sus Gobiernos las políticas que deben seguir. El acuerdo impuesto a Grecia muestra esa hegemonía ya sin caretas. Los que mandan son Merkel y Schäuble, que juegan ahora a poli bueno y poli malo, y el que obedece en esta ocasión es Tsipras y por ende los griegos, ante el asentimiento de los demás convidados de piedra a la cumbre, que ni pinchan ni cortan. El acuerdo supone una humillación sin precedentes a un Gobierno democrático, al que se ha querido castigar imponiéndole un «catálogo de atrocidades», según el semanario Der Spiegel. Un tercer rescate, tras el estrepitoso fracaso de los dos anteriores, de casi imposible cumplimiento, según los expertos, que condena al país heleno al sufrimiento y el desastre, aplastado por una elefantiásica deuda impagable. Grecia ha perdido, pero la imagen de Alemania ha salido muy tocada. Como ha dicho el filósofo Jürgen Habermas, Merkel dilapidó en una sola noche el capital político que la mejor Alemania había acumulado durante medio siglo. Ha cruzado la línea roja hacia esa Europa alemana, merkeliana, sobre la que advertía Mann.