Rajoy se la juega con Pablo Casado

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

22 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En el PP ya no quedan barones ni hombres fuertes. Salvo Alberto Núñez Feijoo, que lógicamente no ha querido dar el salto a Madrid a solo cinco meses de las elecciones, con nada que ganar y todo que perder. Arrasados los barones, neutralizada Cospedal y con un imputado como número tres del partido, rodeado de ministros de muy escaso peso político, con Soraya Sáenz de Santamaría a la baja, Mariano Rajoy se ha quedado solo ante el peligro. Y el peligro es ser desalojado de la Moncloa en noviembre.

Resulta patético que la noticia de los cambios en el PP sea que el presidente va a asumir el control total después de tres años y medio de legislatura. Pero, en realidad, no se ha quedado completamente solo, se ha encomendando a las habilidades de tertuliano del joven Pablo Casado, al que pretende convertir en un clon de Albert Rivera, un rostro amable, telegénico, con labia, capaz de vender la buena nueva mariana siempre con una sonrisa en los labios, para acabar con los malditos problemas de comunicación, como si ese fuera el problema.

Sí, es cierto, que algunas frases de su pasado reciente aún le persiguen y ponen en duda el perfil de moderado centrista de un político criado a las faldas de Aznar. Sobre todas ellas una del 2009, cuando dijo que los de izquierdas son unos carcas que están todo el día con la guerra del abuelo y con la fosa de no sé quien. ¿Sería un chiste? Hay malpensados que creen que se estaba burlando de las víctimas del franquismo, pero él argumenta que sus palabras se han sacado de contexto y apela a su propio abuelo, condenado a 30 años de cárcel durante la Guerra Civil. ¡Ay, ese manido contexto que sirve para un roto y un descosido!