Esperando un regalo de la izquierda

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

19 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo siento mucho, pero a efectos de esta crónica las cosas se han sucedido así: el 9 de junio el secretario de Estado señor Ayllón anunció que las reformas de Rajoy iban a ser profundas y «no de chapa y pintura». El 10 de junio este cronista advirtió en este mismo lugar que hacer grandes reformas era peligroso porque sería confesar tres años y medio de errores. «A lo mejor quedarse en la chapa y pintura no está tan mal», concluíamos. El 11 de junio el presidente Rajoy pidió a la prensa que rebajase las expectativas y nadie le hizo caso. El 18 de junio el mismo Rajoy abrió la caja de las sorpresas y salió una solución en dos fases: revolución de chapa y pintura con fuerte lavado de cara del partido, rostros jóvenes en las vicesecretarías, inyección de confianza a las huestes y un pequeño ajuste en el Gobierno.

De lo ocurrido en el Comité Ejecutivo obtengo estas conclusiones. 1.- Rajoy no da por perdida la batalla electoral, confía en superar el bache de apoyo popular y quiere trasladar esa confianza a su militancia. 2.- Confía en sí mismo como líder de la remontada y vuelve a hacer girar al partido en torno a su persona con más dedicación a Génova y con su hombre Moragas al frente de la campaña. 3.- Percibió que están quemados los rostros más visibles del PP y entiende que cambiarlos contribuirá a hacer un partido más simpático y próximo a la sociedad. Para ello no duda en repescar a Martínez Maíllo (imputado por Caja España, primer fallo) y a Javier Maroto, el hombre de Alfonso Alonso descabalgado de Vitoria. 4.- Sigue confiando en que los resultados económicos lleguen a tiempo para satisfacer a la sociedad castigada y que esta sociedad le devuelva su voto. Y 5.- Ya tiene perfilado el argumento de campaña: los «pactos de perdedores» alimentados por el PSOE serán caóticos, y el PP representa los valores de garantía, sensatez y concordia frente al odio. Una victoria holgada del PP es la única que puede impedir alianzas de gobierno del Estado como las que estamos viendo en los ayuntamientos.

Esos cinco mandamientos se resumen en dos: haremos lo que podamos, empezando por el programa reformista que saldrá de la Conferencia Política de julio, y esperamos un gran regalo de la izquierda. Es decir, lo que hemos visto en la última sesión de control: los demás son el extremismo y el radicalismo, con grave responsabilidad de los socialistas, nosotros somos la moderación.

Está en el diagnóstico inicial -«hemos perdido por el centro»- y está en ese fantasma que se viene insinuando de «o nosotros o el caos». Lo único que se requiere es que la gente lo crea y, para que la gente lo crea, hace falta que las nuevas mayorías municipales y autonómicas hagan alguna barbaridad.