Goupy diseñó el triplano en 1908. Y este año el rediseño del aparato ha volado bajo sobre el césped del Camp Nou. Tardaron en acoplarse las tres alas. Pero el genio siempre se multiplica. Hasta el infinito y más allá. Las tres alas son, claro, Messi, Neymar y Luis Suárez. Es increíble que un argentino, un brasileño y un uruguayo hayan terminado por entenderse, pero así ha sido. La América del sur del gol. Se encuentran antes de buscarse. Jugarían a ciegas, a silbidos. Es el instinto de tres grandes. El área, donde a otros les pesan las piernas, es el sitio del recreo para ellos. Messi decidió volver después de un año caminando por el campo. Y cómo ha regresado. Neymar es un diablo, imprevisible, una tormenta eléctrica. Tiene más vatios que un petavatio. Y Luis Suárez tardó en arrancar, pero ya ha empezado a demostrar la montaña de dinero que pagaron por él. Ahora sí que no parece una casualidad que el año pasado empatase con nada menos que Cristiano como bota de oro. El título de Liga es sobre todo de los tres. No fueron los únicos que sumaron. Luis Enrique rectificó a tiempo y se dio cuenta de que el enemigo no eran sus jugadores. Sumó Sergio Busquets, que en el mundial estaba muerto. Sumó hasta el arrebatado de Alves. Piqué es otro resucitado. Y Mascherano es el tipo que siempre quieres tener al lado, por si las cosas se ponen feas. Rakitic está todavía en clave Guadiana, pero algo ha hecho. Y hasta Iniesta ha decidido existir cuando parecía que estaba recordando el gol del mundial. Pero todos ellos están ahí para mirar y admirar cómo vuela el triplano, con las ametralladoras cargadas de goles, hacia la red enemiga. ¿El inicio de un ciclo? Ya se verá.