Rajoy, señor presidente

OPINIÓN

22 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Elogiar al presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy Brey, es ser tachado de muchas cosas, algunas suaves y educadas y otras insultantes y malsonantes. No importa.

Mariano Rajoy no ganó la presidencia del Consejo de Ministros por sus aciertos en la oposición o por su programa de Gobierno -que además tuvo que incumplir desde el primer minuto por sentido de la responsabilidad ante la deuda oculta-, sino por los hastíos del votante con la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, que puso al país patas arriba en lo económico, lo social, lo institucional y lo territorial.

En el Gobierno de España pasamos de un presidente impredecible, aventurero y poco cumplidor de su palabra, a otro templado, predecible y serio, defensor de los principios y de los compromisos. De un presidente criticado en el exterior, que dilapidó el capital internacional acumulado por España durante los Gobiernos de Suárez, González y Aznar, a otro que lo ha ido recuperando a base de cumplir lo prometido y dar ejemplo.

No hay nada como la hemeroteca para comprobar cuántos patriotas y quiénes reclamaron la intervención de la economía española por Bruselas o imploraron a Rajoy para que la solicitara. Muchos son los mismos que vociferaron contra las medidas de austeridad que la impidieron o niegan ahora la recuperación económica que reconocen todos los organismos internacionales y las instituciones económicas privadas más prestigiosas.

Rajoy ha sido providencial en estos últimos cuatro años porque ha impedido que España recorriese el humillante camino de Irlanda, Portugal o Grecia: sin competencias económicas, al albur de la Troika y reduciendo el Estado del bienestar a las raspas. Nos hemos tenido que apretar el cinturón, las clases medias han sufrido recortes y fuertes aumentos de impuestos, y los trabajadores, paro con menos subsidio de desempleo, más hemos salvado los cimientos del bienestar con una sanidad pública que sigue siendo ejemplo en Europa junto con la inglesa, una educación gratuita para todos, actualizando las pensiones cada año y sin menoscabo de los servicios sociales y la dependencia.

Y mientras luchaba dentro y fuera de España contra la herencia económica de Zapatero, ha navegado con tino y con la ayuda inestimable de Alfredo Pérez Rubalcaba (y de Felipe González) por las procelosas aguas de la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI, y hace frente con seriedad y templanza al mayor desafío secesionista que sufre España desde el cantonalismo: el independentismo de Artur Mas y sus secuaces (no secundado, todo hay que decirlo, por un PNV con más sentido de Estado que lo que muchos creen).

Y también hay que visitar las hemerotecas para certificar las medidas apocalípticas que exigían muchos y las buenistas, ambiguas y entreguistas que reclamaban otros. Y a todo ha hecho frente Rajoy con patriotismo, entereza, mesura y éxito.

Mariano Rajoy Brey, 60 años, gallego de Santiago de Compostela, registrador de la propiedad y político que sabe administrar sus silencios, lucha ahora contra el tiempo para que el fruto de su política lo pueda recoger al final de esta décima legislatura. Señor presidente, se lo merece porque ha sido una fortuna haberle tenido a usted al frente del Ejecutivo en estos años dramáticos para los españoles y para España.