El programa de Podemos

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

16 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Me parece sorprendente (y a la vez inquietante) que Podemos haya dejado de desgranar su programa, para concentrarse en repetir el mensaje de que va a desalojar a Rajoy de La Moncloa. ¿Y el debate político? ¿Qué ha sido de él? ¿Ya no es rentable en términos de captación de votos? En algunos casos, parece que lo han sustituido por un show de chistes y guiños que, teniendo su gracia, no parecen ser argumentos suficientes. La filosofía política de «al enemigo, ni agua» no puede ser una justificación. No se puede ocultar un programa solo para conseguir sumar votos sin despertar recelo, sin generar fracturas y mezclando churras con merinas. Desde que encabeza las encuestas, Podemos se ha vuelto un partido críptico, polivalente, de izquierdas y de derechas, centralista y nacionalista a la vez, Su discurso nuclear se resume en la reiteración del pronóstico de que le van a ganar al PSOE y al PP y que van a gobernar en España. Ahí se agota su arenga política. Y no parece bastante. PP, PSOE, BNG, Ciudadanos, UPyD, etcétera, van argumentando sus programas conforme a sus convicciones y criterios. Podemos no, como si no necesitase hacerlo o no le conviniese. Sabemos de dónde vienen -de la izquierda radical-, pero ya no nos dicen dónde están ahora, si es que de veras han evolucionado. Su rollo de la casta ya no basta. Y tampoco basta con decir que «nacimos para ganar», como hizo Pablo Iglesias en su mitin de Valencia. Deberán añadir algo más para que sus votantes puedan argumentar su propia decisión. Decía el político británico David Lloyd George que «las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano, con la papeleta convertida en un puñal de papel». Pero incluso cuando uno actúa con ánimo de revancha histórica, debe saber a quién sigue y adónde. El ojo por ojo acaba con todos ciegos, como es sabido. Podemos podría malograr sus propias expectativas de renovación. Y no debiera. Porque el malestar sobre el que se aupó es real y requiere representación política. Sería una lástima que, obsesionados sus líderes por conseguir el poder, no construyan la fuerza política que necesitan quienes tanto han demandado su existencia.