La atención flotante

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La atención flotante es un concepto que viene del psicoanálisis. Se refiere al estado especial de conciencia que se necesita en el terapeuta para poder escuchar al paciente y detectar lo más significativo de su relato. Algo así como dejar pasar las cosas que no son importantes ni relevantes en lo que dice y atender solo aquellas que sirven para captar la esencia del problema. Dicho así parece fácil, pero la atención flotante requiere de un largo entrenamiento y un nivel de alerta muy peculiar que, a veces, necesita focalizar la concentración en algo ajeno al discurso del otro para poder captar lo verdaderamente sustancial.

Forges ilustraba esta imagen en una de sus geniales viñetas en la que se ve a un paciente tumbado en el diván y al psicoanalista que -aparentemente atento y tomando notas- le pregunta: «¿Yunke de platero?» El paciente contesta sorprendido: «Tas», y prosigue la sesión. El linchamiento mediático de la diputada Celia Villalobos al ser pillada jugando al Candy Crush mientras presidía la Cámara, y la interpretación generalizada de que debía aburrirle tanto el esgrima dialéctico entre Rajoy y Duran Lleida que dejó de prestar atención, abrió su tableta y se puso a sumar puntos en el juego de esmagar frutitas, tiene más lecturas que el simple escándalo.

Villalobos no tenía por qué estar aburrida ni distraída, todo lo contrario, doña Celia podía estar en plena alerta y con la atención flotante activada. Lo demuestra el hecho de cómo saltó cuando Joan Coscubiela, llamó «capo mafioso» al presidente. El aburrimiento y el desinterés es más fácil que lleven al bostezo y la cabezadita -algo muy frecuente entre los diputados- que a fijar la atención en un juego o un crucigrama. Villalobos no es la única que ha echado mano del juego para mantenerse atenta en una sesión parlamentaria.

El diputado británico Nigel Mills fue pillado hace poco entregado al Candy Crush en un debate sobre pensiones en la Cámara de los Comunes, y son muchos otros los que se pasan sesiones enteras jugando al Apalabrados. Vale que formalmente queda fatal y no es de recibo en actos de tanta pompa, pero eso no quiere decir que se esté distraído o que no se atienda a lo que se escucha. Miren a su alrededor y verán a cientos de personas -si no a usted mismo-- que están en clase, viendo una película, viajando en tren o autobús, escuchando una conferencia, siguiendo una serie, o de tertulia con unos amigos, mientras suman puntos o calcetan sin perder el hilo de lo importante que ocurre ahí fuera. En el mundo son 54 millones y en España 1.2 diarios

Tu quoque, Celia? como tantos y tantas otras.