Los radares de la DGT

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

23 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace diez años, en mi condición de especialista en salud pública y gerente del Hospital da Costa, publiqué en La Voz de Galicia el trabajo de investigación sociosanitaria que mostraba cómo en el ámbito de nuestro hospital el riesgo para la salud más importante era la carretera. Incluso con señales de puntos negros y los motivos de la siniestralidad vial.

Enero del 2015. La DGT nos informa de que aumentan los accidentes de tráfico y se instalan nuevos y sofisticados controles de la DGT en la red vial. Sumemos las campañas publicitarias en televisión para disponer de un tótum revolútum para justificar sanciones y señalar al conductor como causante del accidente.

Sancionar, amedrentar, volcar la culpabilidad sobre el vehículo. No hemos logrado desde la sanidad imponer el criterio epidemiológico. Ese mismo que cambió la tónica de la siniestralidad laboral. El análisis científico causal. La ficha epidemiológica en la que se contemplen las tres variables: conductor, vehículo, medio en el que circula. Si fuera así, alguien con buena intención -prevenir antes que recaudar- habría descubierto que la crisis económica también ha impactado en la circulación vial.

Envejecimiento automovilístico; falta de medidas para el mantenimiento de la máquina y sus mecanismos de seguridad; estado de la red viaria, derivación del tráfico pesado a la red viaria secundaria, a fin de evitar los costes del transporte por autovías de peaje.

En vez de mostrar imágenes de barbaridades tomadas por el helicóptero, sería muy útil tomar imágenes del estado del firme por el que se circula, curvas, accesos de la población a la carretera, iluminación, señalización y respuesta de los asfaltos no tratados con deslizantes al incremento del tráfico de vehículos, incluido el vertido de fluidos desde los motores al pavimento con efectos deslizantes.

En vez de resolver el gravísimo problema de trazado en la A-8, dónde solo al que asó la manteca se le pudo ocurrir elevar la cota de la autovía para alcanzar el pleno del desastre -niebla, hielo e inseguridad- se opta por la colocación de un moderno radar que toma la velocidad media del vehículo circulante entre dos puntos. A partir de ahí la noticia cambia. Ya no se habla de la indignación de los conductores. Se habla del número de infracciones que el aparato de la DGT ha detectado, a mayor honra de las arcas tributarias.

¿Qué pretende la DGT?