Apunta este periódico una «alerta en Tráfico por el repunte del número de muertos en las carreteras», con referencia a Galicia. En el desarrollo del tráfico unas cuantas cosas son previsibles: itinerarios más demandados, tiempo ambiental, número de desplazamientos, sistemas de vigilancia, etcétera. Pero nunca se conocerá a priori el victimario resultante en el tráfico habitual o en las «operaciones especiales», por cuanto las conductas humanas determinantes de accidentes ni pueden preverse, ni están sujetas a códigos. Esto ocurre en un mundo cercado por todo orden de violencias en el que brillan -por ausencia- los recursos, básicamente educacionales, que podrían evitar o abortar estas situaciones. El automóvil lleva inherentes singulares riesgos, demasiados, tal vez porque la vigilancia de los caminos sea insuficiente todavía.