La proximidad de las fiestas navideñas hace que proliferen las campañas de recogida de alimentos. Especial importancia tienen estas acciones, sobre todo en el funcionamiento de los albergues para personas sin hogar, que tiran buena parte del año gracias a lo recogido en estos días. También están las recogidas de juguetes, para que a los más pequeños de la casa no les falte -aun en la difícil situación que atraviesan sus familias- un motivo para la ilusión y la alegría. Solidaridad hecha carne, que es lo que el portal de Belén nos recuerda año tras año.
Hay un conjunto de productos que, a pesar de reclamarse con insistencia por parte de los responsables de los albergues, suelen brillar por su ausencia en estas campañas. Me refiero a todo lo que tiene que ver con la higiene personal: productos de aseo y ropa íntima. O, lo que es lo mismo: champú, maquinillas y espuma de afeitar, masaje, gel, bastoncillos para los oídos, compresas, calzoncillos, bragas, camisetas interiores, sujetadores y calcetines (todo, por razones obvias, sin usar).
Si la limpieza e higiene personal son algo fundamental para todos nosotros, es de suma importancia para aquellos a quienes la vida ha puesto, literalmente, en la calle: para que su imagen pública y su autoestima no se deterioren aún más, para que no se hundan todavía más en el pozo en el que están sumidos y puedan seguir cultivando la esperanza de salir del mismo y normalizar su vida.