Armas cargadas de pasado

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

06 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

No tengo preparación suficiente para sentar cátedra sobre el último escándalo financiero de Bankia y sus hipotéticos engaños a todo el mundo. Como hemos visto tantas aberraciones en este país, lo creo todo, pero no tengo por qué no creer a Rodrigo Rato cuando dice que esas falsificaciones eran imposibles. En efecto, cuando se produjeron los hechos que descubren ahora los técnicos del Banco de España, todo el mundo que decide, vigila y controla -auditores, Banco de España, ministerios de Economía y Hacienda, CNMV, resto de la banca, medios informativos- estaban pendientes de Bankia y de cada uno de sus papeles. Si se les coló esa engañifa descomunal, es que este país tuvo siempre algo de Pequeño Nicolás. Peor todavía: este país es un coladero donde no es extraño que ganen siempre los golfos.

Lo increíble es lo que muestran las grabaciones de aquellos días: cómo se produce un fenómeno de contagio colectivo al que no es ajeno ni el presidente del Gobierno. Los archivos nos están recordando cómo Rato tocaba la campana de la Bolsa como un general vencedor aclamado por sus soldados financieros. En reuniones y asambleas era recibido casi como un héroe nacional. Y don Mariano Rajoy celebraba ante las cámaras su acierto de proponer para Bankia a un «presidente de primera». Esas grabaciones recuerdan escenas de glorificación de ídolos que se derrumbaron. Y recuerdan inevitablemente al Mario Conde de la conquista de Banesto, su santificación laica, su proclamación como doctor honoris causa por la Complutense...

Los archivos son armas cargadas de pasado. Muy pocos que hayan hablado en público o hayan sido grabados resisten que se hurgue en su biografía. Y menos en el ámbito de la política. Grandes proclamaciones de hace unos meses suenan ridículas hoy. Palabras elevadas a la categoría de dogma cuando fueron pronunciadas son inutilizadas por acontecimientos imprevistos. Y, por supuesto, los programas de gobierno son llevados por el viento por un simple cambio de circunstancias. Las televisiones están siendo muy respetuosas al no hacer un programa que juegue con el pasado y el presente de grandes líderes sociales y de opinión.

Espero que lo ocurrido con Bankia sea serenamente puesto en su sitio por la Justicia. Espero que, si hubo ese fraude, lo paguen quienes lo cometieron y quienes lo dejaron hacer. Y espero que los políticos que hayan visto las recreaciones del pasado que comento aprendan también su lección: cuidado con los entusiasmos, que son reversibles; cuidado con las condenas del adversario y los elogios al próximo, porque nunca son totalmente justos, y cuidado con los triunfalismos, que siempre llevan el germen de la falsedad. En la política y en la vida real.