Ana Mato, debilidad y error de Rajoy

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

27 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Para ser sincero, no pensaba que Ana Mato fuese a dimitir. Detrás de su apariencia de mujer débil se escondía una resistente que aguantó durante varios años las acusaciones de beneficiarse de los chanchullos de su marido en la trama Gürtel. Después soportó el acoso por la gestión del ébola sin inmutarse. Y ayer mismo fuentes de Sanidad aseguraban que no tenía por qué dimitir, porque no estaba imputada ni había cometido ningún delito. Las mismas fuentes me indicaban después: no aguantó la presión y quiere marcharse con la cabeza muy alta.

Creo que se debe añadir una razón más: no podía hacerle a Mariano Rajoy la faena de destrozarle el discurso de hoy, de anuncio de medidas contra la corrupción. El presidente no podía arriesgarse a que todos los grupos le echaran en cara su falta de credibilidad, teniendo sentada en el consejo a una ministra acusada por un juez de haberse beneficiado del dinero de un delito.

Así que estamos ante una dimisión obligada, y soy de la opinión de que el nombramiento de Ana Mato como ministra ha sido un error que Rajoy debe cargar en su cuenta de gobernante. Si hace unos días pedía perdón por no haber sabido detectar a los corruptos, ahora tiene una razón más: no ha sabido prever que una persona con los indicios que tenía la señora Mato podía provocarle una crisis de Gobierno. El título lucrativo está tipificado en el artículo 122 del Código Penal, que dice textualmente que el beneficiado está obligado a la restitución. Ana Mato, salvo decisión judicial en contra, tendrá que devolver el dinero, igual que ayer devolvió el sillón ministerial.

Ante ella, el señor Rajoy se había comportado como un amigo, no como un jefe de Gobierno ni de partido. Hizo suyas las justificaciones de que era una mujer en trance de divorcio, que no conocía las andanzas de su marido, ni le preguntaba quién pagaba los viajes, fiestas y vacaciones. El juez, en un auto que hace celebrar la independencia judicial, no atiende esas disculpas. Ve que hubo circulación de dinero y comprueba quién ha sido su beneficiaria y la señala con el dedo acusador. La comunicación del auto se hizo en el peor día para la señora Mato: el día que más daño le hacía a la credibilidad del presidente.

Siento que Ana Mato quede ahora marcada. Siento que Rajoy tenga que llegar mañana al Congreso con ese roto en su Gobierno, porque la oposición mantendrá sus acusaciones. Pero celebro la lección política que un hombre experimentado como Rajoy nunca debiera haber olvidado: para nombrar a un cargo público, y no digamos a un ministro, hace falta comprobar su biografía. Si no se hace, la crisis estalla en sus manos y se hace daño al país. Y ese daño lo suaviza, pero no lo cura una dimisión.