El método Podemos

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

18 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de 95.000 personas han participado con su voto electrónico para elegir secretario general, Consejo Ciudadano y Comisión de Garantías de Podemos. Aunque una lectura somera de los documentos aprobados haría palidecer a bastantes personas y les daría una dimensión sorprendente, nos explican -y suena bien- que son líderes en transparencia y participación. Pero, a medida que avanzan en su cabalgada hacia las Cortes, asoman ideas que contradicen el espíritu anterior. El fin de semana Carolina Bescansa autodefinía a Podemos como «un método» en el que radica su principal diferencia y su mayor importancia. Un método que, ni más ni menos, también podrá servir como coartada para no comprometerse en asuntos espinosos en este momento. Un momento especialmente dulce para opciones radicales porque la gestión del Gobierno nos mantiene en el mismo abismo de hace tres años y además nos han convertido en un Estado sin bienestar. Buen caldo de cultivo para el método Podemos, que recoge el testigo y dice lo que tanta gente precisa oír porque necesitan un futuro diferente.

Un dato revelador es la justificación de Bescansa sobre su falta de posición ante el reto catalán porque «son las bases quienes marcarán el camino». Mientras tanto, entre asamblea y asamblea, como en La vida de Brian, de los Monty Python, la crucifixión sigue su curso. Igual ha ocurrido con la actitud que mantienen ante la lucha por la igualdad de género y la paridad, ausentes de sus propuestas principales y de sus fundamentos ideológicos. Ambos asuntos, la toma de posición ante el futuro Estado plural en ciernes y la paridad, son ejemplos que señalan un imperdonable vacío porque a estas alturas no hay excusas para saltar al ruedo de la política sin definirlos previamente. Del mismo modo que Podemos se situó a la izquierda de la izquierda con representación parlamentaria, sin tener todavía bases a las que consultar, sería de esperar que pudieran ofrecer una posición clara y creíble en temas cruciales. Al evitarlo, están haciendo sombras chinescas y con su «método» se protegen de futuros cambios de rumbo y circunstancia, poniéndose de perfil ante cualquier avatar posterior.

De momento, sabemos demasiado poco de Podemos. Es una lástima que la luz que demandan para otros la eviten para sí, porque aparecieron como un tsunami capaz de remover y renovar estructuras anticuadas o inútiles por desgaste o mal uso. El caso es que la democracia, como sistema de convivencia y régimen político, está legítimamente basada en la representación delegada del electorado en personas pertenecientes a partidos políticos bajo la premisa de presentarse a elecciones con una hoja de ruta inteligible y unos compromisos mínimos. Si a falta de ello, se abusa del impacto sobre las emociones y el descontento de la población, se corre el peligro de que haya cartas guardadas en la manga para usarlas cuando convenga, a discreción, justificadas por el aval del proceso constituyente.

Conviene recordar que un partido que se considere capaz de gobernar ha de presentarse con un programa y un método para aplicarlo, no al contrario.